Eterno Retorno

Thursday, March 14, 2019

Nonaka enfoca Tijuana de sur a norte. Cuando finalmente llega a su cuarto oscuro y revela el negativo su propia foto tiene la capacidad de sorprenderlo. Ahí está por vez primera la anatomía completa de esa tierra prometida eternamente calumniada. La foto es larga y se extiende horizontalmente. Su punto de fuga es la línea fronteriza y entre la colina y la garita se despliegan casas y corrales. Aunque la ciudad crece a un ritmo aceleradísimo, en 1924 no supera aún los 5 mil habitantes. Lo sorprendente es la amplitud del espacio que hay entre una casa y otra, las grandes extensiones de tierra seca que se interponen entre las escasas construcciones. Más que una ciudad parece un conjunto de granjas desperdigadas entre una cartografía vial de ángulos rectos, cuadrados y rectángulos por donde se entrometen las diagonales de algunos estrechos callejones. Desde la lejanía se distingue la escuela Miguel F. Martínez entre las calles Cuarta y Quinta en donde estudian los pequeños Nonaka-García y en realidad todos los niños tijuanenses de aquel entonces, pues es la única institución educativa que existe en el poblado. En el extremo derecho de la fotografía aparece el antiguo hipódromo, bañado e inundado a perpetuidad por las crecidas del río y un poco más cerca la vieja placita de toros de la calle Sexta de tan efímera existencia. Al final se observa el lecho del Río Tijuana y en la línea del horizonte las casas de San Ysidro, California. En la parte inferior derecha alcanza a distinguirse una carreta pero en el lado opuesto circula un automóvil. La escena debe haber sido recurrente. Sobre esas veredas circulan hatos de burros y elegantes Ford u Oldsmobile último modelo manejados por los ricos turistas que llegan desde Los Ángeles y más allá. El poeta Gabriel Ledón Flores imaginará además la rompedora e improbable existencia de un dron atravesando el espacio en esa mítica fotografía, mismo que habría sido fabricado por el enigmático inventor George de Bothezat, quien fue contratado por el ejército estadounidense para crear el primer helicóptero de su historia, un cuadrirrotor que fue un monumental fracaso. Despedido y desprestigiado, Bothezat viene a parar a Tijuana en 1924 y se encuentra en la ciudad probando sus inventos fallidos el día en que Nonaka toma esa fotografía.