Si me fuera dado inventar una deidad para adorar, entonces crearía al dios de la tormenta inminente y santificaría los instantes previos a la primera gota de agua. Rendiría culto al horizonte cargado de presagios, al plomizo Pacífico surcado por olas de daga desenvainada, al abrazo que da el viento en ese momento exacto. El dios del cielo encapotado cuya liturgia se celebraría en los segundos que anteceden al primer martillazo del gran trueno.
Sunday, February 03, 2019
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