En Sinaloa a la gente como él le dicen Guachoma : guarura, chofer y mayate. Tampoco es que ande tan errado el concepto, pero a Ricalde no le toca andar aclarando nada, pues ha aprendido el supremo valor del silencio. De él lo menos que se espera es que esté siempre dispuesto a morir por su patrón y que su boca sea una tumba
Sebastián no suele quejarse ni externar inconformidad, pero esto del atentado no le está gustando nada. Desde el principio lo consideró una mala idea, una fumada más del pinche Yori quien parece tener la fórmula alquímica para lavarle la cabeza al patrón, pero a él no le toca discutir sino ponerse manos la obra.
La consigna, lo tiene bien claro, es que el atentado se cometa en un lugar público, de ser posible atiborrado de gente y a plena luz del día. Su elección es estereotípica a más no poder: Avenida Zuazua, entre Museo Marco y Catedral, minutos después de las 12:00 del mediodía. Los ejecutores serán tres y descargarán dos rifles R-15 y una pistola Golden Eagle sobre la carrocería y los cristales blindados de la Cheyenne. El tiroteo no durará más de 20 segundos y la intención es que los matones escapen. Para dar credibilidad al atentado se ha decidido que haya por lo menos un escolta o un policía muerto aunque la recomendación del Yori es que de preferencia maten a dos. El atentado anterior fue puesto en duda porque habiéndose disparado más de mil balas no se derramó una sola gota de sangre. Román Trejo, inexperto policía estatal recién ingresado a la Fuerza Civil, es el candidato a fungir como víctima, pero él por supuesto no lo sabe ni va a saberlo nunca. Román viajará con su R-15 en la caja de la camioneta, algo totalmente ajeno al protocolo. También se baraja la posibilidad de dispararle alguno de los policías uniformados que irán en la patrulla delantera que fungirá como cabeza del solitario convoy.
Friday, February 02, 2018
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