Ni la paternidad ni el Apocalipsis resultan ser tan potentes como la modorra inducida que te aplasta esta mañana. Acaso tus recién nacidas gemelitas podrían dejar de respirar en sus cunas y América entera arder bajo un enjambre de aeronaves suicidas sin que tú dejaras de roncar. Cuando el Boeing 767 de United Airlines impacta en la torre sur del World Trade Center, yaces despatarrado en el sillón de tu sala, inmerso en tu primer sueño profundo de septiembre.
Cediste a la tentación de tomar medio barbitúrico poco antes del amanecer, cuando las dos bebés dejaron por fin de llorar y consumaron el milagro de un sueño compartido. La pastilla cumplió con noquearte y para cuando la primera torre fue impactada, tú estabas en un estado parecido a la total inconciencia. Pasados 17 minutos, cuando el segundo avión se estrella, los gritos de tu suegra y el ring del teléfono taladran alguna zona de tu cerebro.
Tuesday, January 30, 2018
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