La sinfonía de los últimos alientos
La luna invernal se esconde bajo este cielo aborregado. Es el cielo ideal para cualquier relato de transformación licantrópica. Un cielo de aquelarre y vuelo de brujas, aunque nuestras tijuanenses pesadillas sean mucho más terrenales y nuestros monstruos vivan entre nosotros. ¿Un cielo de relato gótico? No, en realidad es el cielo noir que mirarán por última vez los que van a morir esta noche. Si nuestro fatal promedio se mantiene, aproximadamente cinco personas que en este momento respiran, piensan, beben, cogen, temen o alucinan van a estar muertas en las próximas horas. En 2017 asesinaron en Tijuana a 1746 personas. En el primer día del 2018 asesinaron a seis. En dos días y medio ya suman veinte. Comienza el desfile de los muertos sin nombre y sin historia. Los muertos condenados a no ser tema. Los muertos de mañana quienes hoy ya son el olvido que serán. Los infiernos individuales que en silencio arden bajo este manto oscuro; los destinos entrecruzados en callejones que desembocan en ninguna parte. Entre la niebla de enero se diluirá el humo de las armas y el destello de las torretas iluminará charcos rojos en el pavimento. Los nombres en clave escupidos por la radiofrecuencia quebrarán el silencio y a la vuelta de la esquina en tinieblas irrumpirá el narcocorrido alterado entre estertores, mentadas de madre y últimos alientos. La sinfonía de los últimos alientos; la canción de nuestras calles. Es el ruido, es la furia.