La rola irrumpía en una tienda de discos a la antigua. El riff me arrancaba un headbangueo casi inmediato. Era inocultable: estaba bien prendido. La voz y la guitarra me recordaban al Metal Health de Quiet Riot pero conforme avanzaba la rola iba tomando un tono heavy germánico al estilo Grave Digger. De pronto, por una estrofa de descarada autopromoción, reparaba en que estaba escuchando Grim Reaper. La rola llamaba Chase in Black. En la tienda había una única mujer como los audífonos puestos entre un montón de hombres. Lo melómano es una condición masculina. Había un negro alto y varios ciruelos eléctricos. La chica melómana era una prófuga de la serie Vikings (la nueva amiga de Lagertha). La escena me parecía digna de una historia de Nick Hornby, un pasaje de Alta fidelidad en afán de parodiar la melomanía como un rasgo de infantil machismo. Pensaba entonces que de haberme coronado campeón, Chase in Black sería el soundtrack de mi triunfo.
Saturday, December 30, 2017
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