No redime el sueño recurrente de mi demoníaca otredad. No hay armonía en mi afán de ser rostro gritando en la oscurísima ventana, babeante cuadrúpedo, remedo de dragón que a falta de fuego arroja vómitos verdes a su exorcista.
Algo sabré de noches blancas y territorios límbicos. Blanca es la noche de ojos petrificados y tercos alucinajes hermafroditas, como blanca e ignota es la madrugada desnuda de artificios, cuando en la playa neuronal del sueño de mi razón no sobrevive al alba monstruo alguno, ni vestigios de alta marea y tempestades de antaño. Escribir sobre la noche-limbo y los delirios robados, esa aparente calma tan mentirosa desplegada en la mañana de un lunes de mayo atípicamente empapado. Noche de falsa anestesia, ajena a aferres y demencias donde en un destello, en la altamar de ordinaria jornada, brotará como si tal cosa la historia de un perro bravo al que le buscabas la mirada con afán psicoanalítico y las palmas de mis manos recordarán tu cuerpo embarrado de aceite o bronceador e intuirás locuras, quiebres y mansiones subconscientes en tinieblas mientras los monstruos dormidos te juran que no existe lumbre bajo el océano.
Monday, May 08, 2017
<< Home