De todo lo estudiado en la escuela primaria, nada la apasionó tanto como la historia del túnel del Obispado. Bajo el suelo del antiguo Monterrey se tejían laberintos subterráneos en donde transcurría otra vida. Su maestro narró que del Obispado a la Catedral había un pasadizo subterráneo tan ancho, que era posible recorrerlo en un carruaje. Las personas caminaban por el primer cuadro del viejo villorrio virreinal sin saber que bajo sus pies yacía una red carretera propia de hombres- topo en donde lo mismo acaecían furtivos amoríos de monjas y contrabandos de mercancías diversas.
Saturday, October 01, 2016
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