Eterno Retorno

Monday, June 27, 2016

Mi colega cubano Carlos Olivares Baró del diario La Razón me ha hecho una de las más exhaustivas entrevistas de las que tengo memoria. Lingüista de formación, Carlos es un lector que sabe explorar y desentrañar las profundidades del texto. Sus preguntas fueron en torno a la estructura narrativa de la novela, el uso de la voz en segunda persona, algunas imágenes que a su juicio casi bordean lo poético y ciertos guiños metatextuales. Realmente he disfrutado la charla con mi colega. Esto es lo que hoy publica en La Razón. http://www.razon.com.mx/spip.php?article312822 Con Vientos de Santa Ana el periodista, narrador y ensayista Daniel Salinas Basave (Monterrey, Nuevo León, 1974) fue finalista de la primera convocatoria en 2015 del Premio Mauricio Achar de Literatura instituido por Librerías Gandhi y el grupo editorial Penguin Random House. La novela aborda el asunto del asesinato de un porfiado columnista en Tijuana y, asimismo, devela los intríngulis, trances y complicidades del poder político con la delincuencia organizada en ese territorio de nadie que es la frontera norte mexicana. Recurrencias autobiográficas de un relator acertado en el uso de la segunda persona narrativa: “La mañana lluviosa de abril en que Salomón Saja asesinó de cuatro balazos al Gato Barba, tú estabas celebrando tu cumpleaños número catorce recién expulsado de la secundaria y ni en tu peor pesadilla intuías que ibas a dedicarte al periodismo. De la muerte del Gato Barba no te enteraste ese día ni al día siguiente ni supiste del asunto hasta muchos años después, cuando ya chapoteabas en fangos reporteriles y aún tenías fe en el oficio”: sugerente íncipit de una crónica que atrapa al lector irremisiblemente durante 200 folios. Apelación de algunos recursos periodísticos: reportaje, nota y crónica en proporciones discursivas de la novela criminal (ambientes enrarecidos, intimidación, incertidumbre, violencia, corrupción del poder político...). “Lo digo en el primer apartado: ‘El Gato es un cadáver con insomnio, un fantasma molestón’. He querido excavar en esa mancha que es su asesinato, quizás insistir para que no se olvide. Me valgo de la ficción, ese espacio incólume en que todo se puede exponer porque está amparado por la imaginación”, comentó en entrevista con La Razón, el autor de Dispárame como Blancornelas, Premio Regional de Cuento Ciudad de la Paz 2014. Atinada yuxtaposición de la segunda persona narrativa con la tonalidad del reportaje periodístico. ¿Por qué? No sólo expongo el asesinato de Hilario El Gato Barba. Quiero también mostrar los trances, la crudeza del trajín cotidiano de un reportero en la frontera. Apelo a mi biografía con el uso de la segunda persona y a la modulación reporteril en las acotaciones sobre la gestión de un corresponsal de nota roja. Le tengo mucha confianza al ‘tú’, me gusta narrar desde esa subjetividad, desde esa perspectiva: de ahí ese uso recurrente que muy bien señalas entrecruzado con la inmediatez del periodismo. Reconozco mis deudas con el cronista, narrador y ensayista Federico Campbell, un verdadero maestro en esas consonancias estilísticas. Se percibe un tono como de música apremiante, de cadencia obstinada en tu prosa... Sí, escribo desde los recodos de la música. No vi otra manera de afrontar esta novela. ¿Cómo conformaste el perfil de tus personajes: El Gato Barba, Alfio Wolf, Salomón Saja, la reportera chilena Amber Aravena, Guillermo D. Lozano...? La novela es protagonizada por el afanoso reportero Guillermo Demián Lozano, quien ve una oportunidad para redimir su carrera en declive con la posible entrevista en la cárcel a Salomón Saja, ex jefe de escoltas del extravagante empresario Alfio Wolf, acusado de asesinar a Hilario El Gato Barba, irreverente columnista de la revista La X, a quien recurro para rehacer los hechos. El asunto está inspirado en el asesinato en 1988 de Héctor El Gato Félix Miranda, fundador junto con Jesús Blancornelas del polémico semanario Zeta. Vox populi especula que la autoría intelectual del crimen es de Hank Rhon. Por razones evidentes cambio los nombres. Capítulo II En este país la verdad legal no va nunca de la mano con la verdad de la calle. La verdad legal dice que Salomón Saja y su subordinado Victorio Sifuentes son los asesinos confesos —materiales e intelectuales— del periodista Hilario Gato Barba. Victorio conducía el vehículo con el que le cerraron el paso en una angosta calle del fraccionamiento Los Olivos y Salomón disparó los cuatro balazos que despedazaron cráneo, cuello y pulmón. Ambos fueron aprehendidos, procesados y sentenciados; actualmente siguen purgando sus condenas. Judicialmente es un caso resuelto y cerrado. En cambio, la verdad de la calle, la que se comenta en cafés y cantinas de Tijuana, la que peroran por lo bajo taxistas, boleros, putas, policías y cualquier reportero con dos dedos de frente, es que Salomón y Victorio eran simples ejecutores, mandaderos cumpliendo a cabalidad órdenes superiores.