Eterno Retorno

Wednesday, May 13, 2015

1- Vaya paradoja: el nombre del equipo más famoso de Turín significa Juventud en latín, pero su apodo es la Vieja Señora ¿más sabe la señora por vieja? Lo cierto es que la oncena de Los Alpes es la peor pesadilla europea de los pijos de la Castellana en lo que va del Siglo XXI. Algún embrujo tiene Turín que fascina y enloquece. Pregúntenle a Nietzsche y a Pavese. Ambos se sentían atraídos por esa ciudad alpina y ambos se derrumbaron en ella. Fue en Turín donde Nietzsche sucumbió a la demencia abrazado al cuello de un caballo y fue en Turín donde Pavese escribió la última página de su diario antes de cubrirse con el manto oscuro de su autoinmolación. Es en Turín donde Real Madrid irremediablemente se quiebra cuando más rimbombantes son sus sueños de grandeza. No me sorprende el triunfo de Juventus. Me las olía. La final soñada se niega. Creo que hay una suerte de hechizo o maldición astral que impedirá a merengues y azulgranas enfrentarse en una final por la orejona. Y mucho ojo mis amigos Barcemodas, no quiero echarles la sal, pero no me extrañaría nada que la Vieja Señora del Calcio les arrebate la de orejas grandes. 2- Para no dejar abajo a los seguidores de las rayaditas, yo también voy a compartir la foto del momento más feliz que pasé en la cancha del Tecnológico. ¿Les dice algo esta camiseta que conservo desde hace 22 años? Me la regaló Roberto Andrade el 31 de mayo de 1993 cuando el Atlante hizo llorar al Tec. Yo estaba parado atrás de la portería donde Daniel Guzmán clavó el tercer gol. Vaya humillación. Fue un funeral de rayaditas y ustedes perdonarán mi brutal honestidad, pero yo disfruto inmensamente el sufrimiento de la afición más pedante y mamona de México (my only pleasure is to hear you cry dice Mercyful Fate) ¿Buenos momentos en el Tec? El clásico del 6-3 que el reglamento arrojó a la región límbica donde yacen las ficciones, el 2-0 en 87 cuando Paco Sánchez le reventó el hocico a la abuelita Cruz, el 4-1 que mandó a Lavolpe a Laredo y el concierto de Bon Jovi en febrero de 1990. Sí, de vez en cuando uno puede pasarla bien en la casa del vecino más cagante.