El Zeitgeist de las primeras décadas del Siglo XXI –me ha quedado claro- yace en las manos de los nativos digitales y es un tren que corre muy lejos de la estación de mi vida. Acaso el néctar del espíritu de nuestra era habite en las cabezas de esas decenas de miles de jóvenes nacidos en los años 90 que orbitan en Silicon Valley o en Austin, muchachos de 18 o 20 años que sueñan con convertirse en la reencarnación de Steve Jobs o en el sucesor de Mark Zuckenberg. Si en los albores del Siglo XX el Zeitgeist encarnaba en la Exposición Universal del París con sus globos aerostáticos, las vacunas de Pasteur, la electricidad y la arquitectura de vanguardia, en 2015 el espíritu bien puede estar en una convención de videojuegos o en una feria digital donde se prueban los nuevos lentes de Google y se discute sobre automóviles inteligentes. El gran abrevadero de mi vida, que es el periodismo y la narrativa, está muy lejos del Zeitgeist de 2015. A veces es duro darme cuenta que nunca he sido contemporáneo de mi época.
Thursday, April 30, 2015
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