La lluvia invernal de un domingo en la mañana y enero tan así, tan magro y hostil como le gusta, con su falso rostro de nuevo comienzo, con su eterna sugerencia de dieta mártir, con su irrenunciable vocación de cuesta arriba Enero muerde, enero impregna, enero te dice esta es mi esencia y no tengo otra.
Cuando el amanecer es de manto oscuro, cuando la luz duerme bajo cobijas empapadas, cuando el cielo es más negro que la oscuridad, pero la lluvia solo pude regalarte un tamborileo disarmónico. Cuando el sinsentido corre y corroe por tus venas.
¿Existe el dios del domingo en la mañana? ¿Se ofenderán los fundamentalistas si lo transformo en caricatura? ¿Es la deidad de esta liturgia quien me roba los granos del café? ¿Será verdad que cada grano es una profecía? ¿Qué cada grano es un pincel?
Las mañanas caen y el tiempo corre, como humilde peregrino a su (¿?) marchitar. Las mañanas deshojadas, arrojadas al vacío como pétalos marchitos; las mañanas son la cera (¡mega warning ortográfico!) derretida de una vela que se extingue, las desparramadas migajas que han de indicarme la ruta hacia cierto corral límbico con cara de cadalso. Las mañanas…
Tuesday, January 13, 2015
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