Ellos tienen derecho a ocupar las calles para advertirme del peligro que el Diablo representa, a tener programas de radio y televisión y a bombardearme por redes sociales. Es su derecho y no voy a negarlo o a combatirlo.
Pero sucede que yo también tengo derechos y para empezar tengo todo el derecho del mundo a burlarme de ellos y ridiculizarlos. Al fanático no se le combate con violencia, sino con las armas de la razón y las ideas. Como no se puede debatir con ellos a un mismo nivel, pues jugamos en divisiones de conocimiento diferentes, lo único que resta es ponerlos en ridículo y transformarlos en caricatura. Por eso comprendo y justifico a Charlie Hebdó. ¿Que mis burlas ofenden tus “sentimientos religiosos”? Pues tu perorata fanática ofende mi inteligencia; ofende la razón, la lógica, la ciencia y el más elemental sentido común.
¿Una caricatura ofende? No. Lo que ofende es que alguien pretenda transformar en ley humana y acciones concretas las alucinaciones y los delirios de un vendedor de camellos que vivió en el desierto arábigo hace más mil 500 años. Que traduzcas tu delirio y tu miedo en lapidaciones, latigazos y horcas para adúlteros y blasfemos. Que reírme de tu puto profeta y de tu puto Corán es mi sagrado e irrenunciable derecho. ¿O acaso pretendes que los tome en serio?
Sunday, January 11, 2015
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