La encarnación de mi bipolaridad yace en esa sensación tan matutina donde todas las músicas me hablan; una sensación condenada a degenerar en el menhir que se posa sobre mi cuerpo después del mediodía. Por la mañana las letras son mis aliadas, la fuente inagotable, la tormenta de locuras y alucinajes. Por la tarde queda por herencia un pozo seco y soñoliento, unas alas de ladrillo, la certidumbre mi total absurdo.
Mezcla rara de linyera y simio; pelo en la espalda y en los hombros, cabeza calva y barba enmarañada, piel de tecato, olor de sudor acre, despierta sobre la cama altar con escaleras de alfombra. Camas pirámides, altares sobrepuestos en donde despierta el mono-pordiosero, dueño de un gato negro (que no pardo) prófugo de Poe. Gato cuyos colmillos poseo. Gato que me persigue al salir de la casa. Gato en el que me transformo.
Friday, October 03, 2014
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