La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse. En la oscura soledad de su retiro en el poblado de Santos Lugares, Argentina, Ernesto Sábato cumple este año un siglo de vida. Nació en la Noche de San Juan de 1911, en Rojas, Provincia de Buenos Aires. Su obra cumbre, Sobre Héroes y Tumbas, publicada en 1961, cumple 50 años. Prófugo de la física, Sábato renunció a la exactitud de la ciencia para sumergirse en el caos de una angustiante literatura que explora como pocas las tinieblas ontológicas humanas, en el descenso a los infiernos individuales de un Pablo Castel que asesina a María Iribarne en El Túnel o en el mirar a los ojos de la bella Alejandra, que acribilla a tiros a su padre para después inmolarse en el fuego en su casa de Barracas. Enemigo mortal del hombre- máquina, un Ernesto Sábato casi ciego ha huido de las letras para refugiarse en la pintura mientras espera la hora final, con la convicción de que Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia. DSB
Tuesday, January 25, 2011
La vida es tan corta y el oficio de vivir tan difícil, que cuando uno empieza a aprenderlo, ya hay que morirse. En la oscura soledad de su retiro en el poblado de Santos Lugares, Argentina, Ernesto Sábato cumple este año un siglo de vida. Nació en la Noche de San Juan de 1911, en Rojas, Provincia de Buenos Aires. Su obra cumbre, Sobre Héroes y Tumbas, publicada en 1961, cumple 50 años. Prófugo de la física, Sábato renunció a la exactitud de la ciencia para sumergirse en el caos de una angustiante literatura que explora como pocas las tinieblas ontológicas humanas, en el descenso a los infiernos individuales de un Pablo Castel que asesina a María Iribarne en El Túnel o en el mirar a los ojos de la bella Alejandra, que acribilla a tiros a su padre para después inmolarse en el fuego en su casa de Barracas. Enemigo mortal del hombre- máquina, un Ernesto Sábato casi ciego ha huido de las letras para refugiarse en la pintura mientras espera la hora final, con la convicción de que Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia. DSB
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