Eterno Retorno

Wednesday, February 16, 2011


LOS AMANTES DE SUNSET PARK

Cuando los amantes de La insoportable levedad del ser, Teresa y Tomás, se encuentran por vez primera, ella está leyendo Ana Karenina de Tolstoi. A su vez, Ana Karenina (que “vivió” un siglo antes de Teresa) lee una novela inglesa al llegar a la estación de en tren donde se produce su encuentro con Wronsky. ¿Acaso los amantes del Siglo XXI se encontrarán cuando levantan los ojos de sus blackberrys o sus ipads? Pilar y Miles, los amantes de Sunset Park de Paul Auster, se conocen mientras leen en un parque de Florida. Ambos están leyendo una edición tradicional del Gran Gatsby (ella por vez primera, él por sexta vez) y Scott Fitzgerald se convierte en el celestino de una pareja que se conoce una tarde de 2008, en la era que Barnes and Noble ya ha entrado en quiebra y los libros digitales le empiezan a ganar la carrera a los impresos en Amazon. Pilar y Miles son jóvenes en un país que se arrodilla ante el becerro de oro de la tecnología. De hecho ella tiene 17 años, por lo que podemos concluir que nació en 1991 y que por pobre que haya sido su infancia (Pilar es hija de inmigrantes) sin duda tuvo contacto con internet desde temprana edad y acaso sus primeras lecturas hayan sido en pantalla. Los personajes de esta novela de Auster llaman mi atención, pues la escena de su encuentro está marcada por un acto que acaso dentro de algunos años empiece a parecer ancestral. Tal vez sean, sin proponérselo, los últimos personajes lectores que aparezcan dentro de una gran novela. Si alguna vez pudiera entrevistar a Paul Auster, le preguntaría (entre otras muchísimas cosas) si la idea de enamorar a dos jóvenes lectores tradicionales en plena era de Obama fue mera casualidad o si hay un guiño cómplice para defender la eternidad de los bibliófilos. ¿Deseaba el de Brooklyn comenzar su novela con una declaración de principios en defensa del libro tradicional? En la novela también aparece un personaje, el padre de Miles, quien, al igual que el Samuel Riba de Vila Matas, es un editor independiente que en plena era de la avalancha digital defiende a capa y espada la edición de buena literatura en papel, aunque su editorial esté al borde de la quiebra. Sunset Park se publica a finales de 2010 y Pilar hace lo mismo que hacían Teresa y Ana Karenina al comenzar sus respectivos romances: lee. Pese a todo, la imagen de Pilar y Miles como lectores de libros tradicionales no nos hace ruido ni nos parece anticuada ni son dibujados como seres en extinción. Todavía nos resulta perfectamente coherente que dos jóvenes se conozcan mientras leen un libro en un parque, como también nos parecería lo más normal del mundo si en lugar de llevar bajo el brazo sus libros de Fitzgerald, Pilar y Miles se hubieran encontrado con sus iPods en mano. Aunque Auster no se preocupa por describirlo, por pura ley de la probabilidad podemos concluir que en ese parque de Florida había más gente con juguetitos tecnológicos en la mano que gente con libros impresos. Aún así, en 2010 ambas escenas pueden resultar todavía perfectamente normales y coexistir en paz. Si además de hacerlos lectores, Auster hubiera puesto a Miles y a Pilar a escribirse cartas con pluma y enviarlas por servicio postal, el asunto ya nos hubiera hecho un poco más de ruido y hubiera caído en el terreno de lo inverosímil. Vaya, la idea de una pareja que en 2010 se cartea por correo tradicional ya resultaría una extravagancia, como no lo es todavía la lectura de un libro impreso. Me pregunto qué pasaría si Auster describiera esta misma escena dentro de 15 años, es decir si Pilar y Miles se conocieran una tarde 2025 leyendo ambos libros impresos. ¿Nos empezaría a resultar la escena como una extravagancia de anticuados? ¿Serían estos amantes tan atípicos como un par de jóvenes leyendo viejos papiros?