EL ROBO DE LA GIOCONDA
¿Puede el robo ser considerado como una de las bellas artes? Acaso el secuestro de la obre cumbre del Renacimiento haya sido un acto artístico supremo. La Gioconda, un óleo sobre tabla de álamo, fue pintada por Leonardo entre 1503 y 1506. Hace cien años, un día del ardiente verano de 1911, la enigmática mujer fue robada del salón Carré de Louvre. En 1911 no había cámaras ni rastreos satelitales y la seguridad en el museo parisino era mucho más laxa que ahora, tanto, que los guardias tardaron un día en darse cuenta que La Mona Lisa había sido robada. Tarde llegó el cerco policial parisino que cerró a piedra y lodo el museo por siete días. El óleo de Leonardo no aparecía y el misterio dio lugar a conjeturas sobre célebres sospechosos entre los que estaban el mismísimo Pablo Picasso y el poeta Apollinare, acusados de ladrones por la policía francesa. En la convulsa Europa donde ya soplaban los vientos de la Primera Guerra Mundial, el asunto casi se convierte en conflicto diplomático cuando un carpintero llamado Vicenzo Peruggia, que alegó un italiano patriotismo, es aprehendido con la obra tras dos años y ciento once días de secuestro, durante los cuales, la Gioconda, por cierto, jamás dejó de sonreír.