Campbell
Leí por vez primera a Federico Campbell allá por 1998, cuando empezó a circular la revista Milenio y él escribía su columna “La Hora del Lobo”. Por aquel entonces yo estaba a punto de venir a vivir a Tijuana y de una u otra forma, todo lo que oliera a tijuanense era un imán para mí. En la extinta librería Bronté de San Pedro Garza García compré su libro Tijuanenses en Alfaguara. Lo conocí personalmente un año después, cuando fue a un chat a la redacción de Frontera, llevado por el director del extinto suplemento Minarete, Rafael Rodríguez. En la Primavera de 2002 tomé un curso de periodismo que impartió en el CUT. Descubrí a un conversador disperso pero sumamente ameno cuya charla saltaba del periodismo a la literatura, el uso del lenguaje y el simple anecdotario. Estaba tomando aquel curso cuando ocurrió el “tecatazo”, la mañana aquella en que los principales jefes policíacos bajacalifornianos fueron “secuestrados” por la Federal y llevados a México a bordo del Hércules.
Seguí leyendo a Federico Campbell. Más tarde cayeron en mis manos Transpeninsular y la Clave Morse. Hace un par de semanas volví a reencontrarme con él cuando gracias al apoyo de su sobrino Eduardo Flores Campbell, fue como invitado a mi clase en el Diplomado de Periodismo de la Universidad Iberoamericana. Fue una charla de lo más amena capaz de entretener a los siempre inquietos estudiantes. Tres días después recibí una llamada suya en mi celular y quedamos de vernos en el Sanborns de Río, donde tuvo el gran detalle de regalarme su nuevo libro Padre y Memoria. Conversar con este narrador tijuanense es deleite puro. Escucharlo hablar de literatura y descubrir tantos puntos de coincidencia es un agasajo. Siempre lo he relacionado con Sicilia, Sciasia y Rulfo, pero me sorprende que coincidamos en el gusto por Hanif Kureishi y Paul Auster. Además, quien me regala un libro establece conmigo un vínculo que no da ningún otro regalo.
Su libro llega a mi vida en un momento clave, en una absoluta encrucijada. Un libro sobre la figura del padre en la literatura justo cuando me he estrenado en la paternidad y medito demasiado sobre su significado. En fin, aquí dejo una breve reseña publicada en El Informador.
Presenta Federico Campbell “Padre y Memoria”
INDAGA EN LAS PROFUNDIDADES DE LA FIGURA PATERNA
Por Daniel Salinas Basave
danibasave@hotmail.com
danibasave@hotmail.com
Tan fuerte es la carga psicoanalítica de este libro, que su título le fue revelado a su autor a través de un sueño.
Durante una charla con alumnos del Diplomado de Periodismo de la Universidad Iberoamericana, Federico Campbell narró que el título “Padre y memoria” se le ocurrió soñando.
Precisamente, en los freudianos territorios del subconsciente manifestados a través del sueño, fue de donde el narrador tijuanense extrajo el nombre de esta obra, en donde a medio camino entre narrativa y psicoanálisis, reflexiona y diserta sobre la figura del padre en la literatura.
Sombra, carencia o tiranía omnipresente, el padre ha inspirado un catálogo de obras inmortales; de Kafka a Rulfo; de Faulkner a Auster, pasando por Borges.
Campbell diserta en torno a la relación paterna de célebres autores y las obras inspiradas por la memoria o la búsqueda del progenitor.
“Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”, es un primer párrafo literario casi tan célebre como “En un lugar de la Mancha…”
El propio Federico Campbell colabora en el catálogo con su “Clave Morse”, tributo y memoria de su padre telegrafista.
“Pedro Páramo de Juan Rulfo trata de la búsqueda del padre y ese es un tema clásico de los griegos, la relación del hijo con el padre, pero también tenemos La carta al padre de Kafka, es un tema clásico en la literatura”, señala el narrador tijuanense.
El recuerdo no poseído se fabrica; la memoria traiciona, juega bromas pesadas y tuerce los recuerdos; al final de cuentas, el escritor carece de pruebas de laboratorio.
Federico Campbell escribe lo que recuerda, pues la memoria, atiborrada de equívocos, dicta párrafos caprichosos vestidos con el traje de la verdad aparente.
El padre muerto de Paul Auster, redescubierto y reinventado en la Invención de la Soledad o el padre inmortalizado como tirano de Franz Kafka, con quien en realidad el escritor checo llevo una buena relación, están en el libro de Campbell.
También está el padre de Jorge Luis Borges, creador de una novela inconclusa, quien le heredó su biblioteca tan vasta en autores británicos y el legado de convertirse en el escritor que él no pudo ser.
Por sus páginas desfilan, (cómo omitirlos) Freud y Lacan, imprescindibles para bucear en el profundo abismo sexual del dilema paterno.
“Es casi un lugar común, parece que es una obsesión llena de cosas muy sabidas, los psicoanalistas, los freudianos y principalmente los lacanianos han estudiado la figura del padre”, afirma Campbell, quien vino a Tijuana para presentar su libro en el Instituto de Cultura de Baja California la noche del miércoles.
Narrativa híbrida, renuente como pez en mantequilla a cualquier intento de clasificación, “Padre y memoria” es búsqueda, tributo y exorcismo.
Sombra, carencia o tiranía omnipresente, el padre ha inspirado un catálogo de obras inmortales; de Kafka a Rulfo; de Faulkner a Auster, pasando por Borges.
Campbell diserta en torno a la relación paterna de célebres autores y las obras inspiradas por la memoria o la búsqueda del progenitor.
“Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”, es un primer párrafo literario casi tan célebre como “En un lugar de la Mancha…”
El propio Federico Campbell colabora en el catálogo con su “Clave Morse”, tributo y memoria de su padre telegrafista.
“Pedro Páramo de Juan Rulfo trata de la búsqueda del padre y ese es un tema clásico de los griegos, la relación del hijo con el padre, pero también tenemos La carta al padre de Kafka, es un tema clásico en la literatura”, señala el narrador tijuanense.
El recuerdo no poseído se fabrica; la memoria traiciona, juega bromas pesadas y tuerce los recuerdos; al final de cuentas, el escritor carece de pruebas de laboratorio.
Federico Campbell escribe lo que recuerda, pues la memoria, atiborrada de equívocos, dicta párrafos caprichosos vestidos con el traje de la verdad aparente.
El padre muerto de Paul Auster, redescubierto y reinventado en la Invención de la Soledad o el padre inmortalizado como tirano de Franz Kafka, con quien en realidad el escritor checo llevo una buena relación, están en el libro de Campbell.
También está el padre de Jorge Luis Borges, creador de una novela inconclusa, quien le heredó su biblioteca tan vasta en autores británicos y el legado de convertirse en el escritor que él no pudo ser.
Por sus páginas desfilan, (cómo omitirlos) Freud y Lacan, imprescindibles para bucear en el profundo abismo sexual del dilema paterno.
“Es casi un lugar común, parece que es una obsesión llena de cosas muy sabidas, los psicoanalistas, los freudianos y principalmente los lacanianos han estudiado la figura del padre”, afirma Campbell, quien vino a Tijuana para presentar su libro en el Instituto de Cultura de Baja California la noche del miércoles.
Narrativa híbrida, renuente como pez en mantequilla a cualquier intento de clasificación, “Padre y memoria” es búsqueda, tributo y exorcismo.