Eterno Retorno

Tuesday, July 21, 2009

Sólo en días como estos es preciso encender un abanico por las noches. Un calorcito bastante digerible cae sobre Tijuana y yo lo disfruto a mi manera. Habrá quien piense que con todas sus cruces a cuestas, Tijuana es un sitio hostil e inhabitable, pero sepan ustedes que el clima de esta ciudad es una bendición de la naturaleza. Cuando pienso en los miles de pesos que se gastan mexicalenses, regios y sonorenses en pagar sus aires acondicionados, no me resta más que agradecer a la vida el vivir en un lugar como Tijuana. Aquí basta un abaniquito en nivel uno para pasar una noche bastante agradable. Por lo demás, el clima en la playa siempre es unos tres o cuatro grados más fresco que en el poniente. Cierto, el invierno aquí suele pasarse de triste, pero ahí viene el Conejito a iluminarlo.


Se lee y se escribe mejor al amanecer. La mente llega a un punto de ebullición inalcanzable en otras horas del día mientras el café se encarga de poner en orden las ideas. Ayer inicié el día con un cuento de Cortázar, “Manuscrito hallado junto a una mano”. Es tan, pero tan cortazariano este cuento…cortazarianísimo diría y aún creo que el superlativo le queda chico. Decir que leo desordenada y compulsivamente sería caer en una obviedad. Lo bueno de Cortázar es que en Rayuela nos enseñó a leerlo en desorden y en estos Papeles inesperados sería absurdo pecar de lineal.


Cedo a la tentación de leer una vez más a Galeano, ideologías aparte, uno de mis prosistas favoritos. Ahora leo “Patas arriba, la escuela del mundo al revés”. Idéntico a “Espejos” a “Las caras y las máscaras” y a toda la galeanez. Creo que si me pongo analítico, encontraría textos idénticos, como esas conversaciones compulsivas de borrachos que cada noche repiten una misma idea como si fuera lo más novedoso. Y pese a todo, sigo leyendo a Galeano. Su prosa poética y su ironía todo lo pueden. No le hace que sea el colmo del izquierdismo más rimbombante y que muchas de sus tesis, pasadas de románticas y utópicas, se hacen pedazos solas o no resistan un mínimo asalto en el ring de la historiografía. La historia de los oprimidos, los desposeídos, los humillados, los prietitos, en donde el blanco será eternamente maligno y despiadado. Sí, un rimbomante total y aún así les juro que no me importa. Leer a Galeano siempre será hedonismo puro.

También sigo leyendo a Auster e intento comenzar con ese tipo enigmático llamado Cormac McCarthy a quien yo imaginé sureño, aunque ahora resulta oriundo de Providence Rhode Island y por tanto, paisano de H.P. Lovecraft



Letras Libres pone el dedo en la llaga. Su última edición, “Adiós a la prensa”, no tiene desperdicio alguno. Un tema que me obsesiona y sobre el que encuentro demasiadas preguntas y a la fecha muy pocas respuestas. Los periódicos, desahuciados, cancerosos, jurándose modernos mientras patean desesperados desde la profundidad de su pantano. El vejestorio necesario, les llama atinadamente Silva-Herzog. Sospecho que la agonía se prolongará. En 2020 seguirá habiendo grandes diarios impresos en México, pero habrá cada vez menos en los Estados Unidos. Durante diez años ejercí el periodismo en Tijuana y a lo largo de esa década creí tener ciertas certezas sobre los medios y el gobierno. Ahora que estoy del otro lado, descubro sótanos puercos y esqueletos en el closet y no en el del gobierno por cierto. Mi gran revelación no ha sido la entraña del poder público, que se comporta tal y como lo había prejuiciado e imaginado siempre; lento, impráctico, macrocefálico y atascado en el fango de sus compromisos políticos. Así visualizaba al gobierno desde fuera y así lo veo desde adentro. Si acaso me sorprende la extrema vulnerabilidad y el miedo permanente a la crítica. Lo que sí me sorprende, es el grado de corrupción y cinismo de la enorme mayoría de los medios tijuanenses. Todo medio de comunicación es un negocio y por ende todo medio tiene, por naturaleza, cierto nivel de corrupción. Vaya, son negocios no organismos filantrópicos. Siempre he sabido que hay una prensa prostituta. Lo que me sorprende es comprobar el bajo nivel de su putería y el desparpajo de su corrupción.

Estudiantes de la Plata

Pequeñas grandes alegrías futbolísticas. No soy un hincha consumado del Estudiantes de la Plata, pero sí del Futbol Argentino y la victoria del pincha en la Copa Libertadores de América me emocionó bastante. No tengo nada contra Brasil como país ni mucho menos contra su gente. Después de todo, debo estar agradecido a una nación que le ha dado tanto al futbol y al metal. Sin embargo, en lo futbolístico nada (salvo un triunfo de Tigres contra las rayagays) me produce tanto placer como ver ganar a un equipo argentino contra un brasileño. No me pregunten por qué, pero en futbol profeso una inocultable pasión por los equipos argentinos y experimento una morbosa satisfacción viendo sufrir a los brasileños. En lo que va del Siglo XXI, seis equipos brasileños han jugado de locales el partido final de la Libertadores y lo han perdido. Boca los ha humillado tres veces en su tierra (en 2000 a Palmeiras, 2003 a Santos y 2007 a Gremio) mientras que el Olimpia de Asunción contra Sao Cetano, la Liga de Quito contra Fluminense y ahora el Estudiantes contra Cruzeiro completan la faena. Estudiantes dio una lección de doctorado que me levanta el ánimo. Ese futbol luchón, garrudo, de huevos y coraje, ese espíritu combativo tan propio de la argentinidad se me contagia en el alma. Con Verón como referente, pero con Desábato, La Gata, Braña, Bocelli, como columna vertebral, este Estudiantes hizo historia. Además, Estudiantes de la Plata tiene como hincha a uno de mis máximos referentes literarios: Ernesto Sábato.
Y con ánimo y casta de campeón ha regresado la Gata Fernández a Tigres. Ojalá lo contagie al resto del plantel.

De profe

El 2009 es el año de las primeras veces, del nunca me había pasado antes. A lo largo de mi vida he dado muchas charlas y pláticas a grupos de alumnos de diversas universidades (UABC, CUT, Universidad Estatal de San Diego, Católica de San Diego, Pomona etc.) pero nunca había sido maestro de un grupo como titular de una materia o módulo. La cosa cambia mucho o al menos eso fue lo que sentí. La condición de invitado te deja demasiadas libertades, pero como encargado de impartir el módulo sobre el arte de reportear en el diplomado de Periodismo de la Universidad Iberoamericana sentí una carga de responsabilidad mucho más fuerte y por ende me sentí un poco más atado como para darme el lujo de escupir tantas dosis de sinceridad como acostumbro. De entrada, no me siento en mi elemento cuando mi carta de presentación ante el mundo es la de un trabajador del sector público. Carajo, no me gusta nada. Hoy en día siempre que alguien me pregunta dónde trabajo, siento la necesidad de disculparme, de explicar que la necesidad me llevó a esto y que espero sea sólo algo temporal, un breve episodio de mi vida que me permitirá ver el reverso de la moneda. Para empezar, siento limitada o coartada mi libertad para expresarme con brutal honestidad sobre determinados temas. Eso sí, el grupo que me tocó es de altísimo nivel. Gente de todas las edades, algunos con muchísima experiencia, bastante críticos, con ganas de darle la vuelta a la tuerca y torcerle el cuello el ganso. Como siempre, llego también con una taza vacía, pues me queda claro que yo también debo aprender mucho de ellos. Al final de cuentas, lo único que tengo encima son muchos años desempeñando un oficio que es más de sentido común y huevos que de academia. Pero bueno, para ser la primera vez y pese a los corajes que me hacen hacer las computadoras, el power point y toda es parafernalia mierdoza e innecesaria, creo que no estuvo tan mal. Sólo me resta desear que el grupo no me repruebe.