Eterno Retorno

Tuesday, June 10, 2008

Voceadores

Hoy al medio día lo recordé: Los primeros pesos que gané en mi vida estuvieron relacionados con el periodismo. En la prehistoria de mi existencia los recuerdos se vuelven difusos, aunque a veces, como un anciano, tengo imágenes más nítidas de 1982 que del día de ayer. No me queda claro si mis primeros pesos los intenté ganar con una tiendita de dulces en la calle Río San Juan o si fueron repartiendo una gaceta. En cualquier caso, el tema que nos ocupa es el segundo. Hace muchísimos años, creo calcular que 28, mi tía Emilia imprimió cierta publicación o gacetilla comercial o turística. He olvidado por completo el contenido, pero en algún lugar de mi memoria yace un recuerdo sobre unos veleros en la portada. Imagino que la gacetilla en cuestión promocionaba destinos vacacionales. También recuerdo el título de la portada: “Llegaron los 80”. Eso me hace pensar que dicha historia se remonta al inicio de esa heavymetalara y fascinante década. Si eran los primeros meses de 1980, yo tenía entones cinco años de edad y fue en esa dinámica etapa de mi vida cuando debuté como voceador. Mi tía ofreció pagarme si me daba a la tarea de repartir su suplemento casa por casa y yo, ni tardo ni perezoso, acepté la chamba.
Repartí los suplementos en la colonia Miravalle de Monterrey y aún queda en mi memoria el haber visto varios de ellos tirados en las calles unos minutos después. Ignoro cuánto gané, si es que gané algo y en qué lo gasté. Lo que es un hecho es que mi debut como voceador se remonta al inicio de los 80.


19 años después, la mañana del domingo 25 de julio de 1999, volví a desempeñarme como voceador. Ese día salió calientito de la imprenta el primer ejemplar de la historia de Frontera. Todos los que conformábamos aquel equipo fundador (de los cuales quedamos poquísimos) salimos a repartir el recién nacido periódico en las calles de Tijuana. Era nuestro primer ejemplar, luego de largos meses de trabajo previo, con el recién estrenado edificio de la Vía Rápida aún oliendo a pintura fresca, desempeñándonos al principio, (cuando nuestro nuevo producto editorial ni siquiera tenía nombre y era sólo un proyecto) como una suerte de corresponsalía de La Crónica mexicalense. Aquella mañana de domingo me tocó ir a la zona de la línea a repartir el periódico entre los que hacían fila para cruzar a San Diego y ahí tuve mi bautizo de fuego. Los voceadores afiliados a la CROC y a la CTM se nos dejaron ir a madrazos y dijeron que sobre sus cadáveres tendríamos que pasar antes de que nos permitieran vocear en la línea. Cómo se realizaron las gestiones para vencer al dinosaurismo y lograr vender Frontera en la línea es otra historia. El hecho es que ese día fue mi segunda experiencia memorable como voceador.

Hoy al medio día volví a salir a vocear. Estuve en Zona Río, concretamente en el cruce de Paseo de los Héroes y Cuauhtémoc para repartir el ejemplar número 3 mil 200 de nuestro periódico, el segundo en su nueva era de formato tabloide. Renacimiento, refundación o simple cambio de formato ¿La forma es el fondo? Lo cierto es que a mí como lector me gusta más. Los dos periódicos que más admiro en el mundo, El País y Clarín, son tabloides. Acostumbro leer en filas, en semáforos, en taxis, en el trolley, en la mesa y un tabloide siempre será más cómodo. También es más cómodo para cualquiera pagar cuatro pesos en lugar de ocho. Aún así será inevitable sentir un poco de nostalgia por el formato que se fue. Al menos en ese sentido puedo afirmar que cerré un círculo completo. Salvo por mis periodos vacacionales, puedo afirmar que estuve presente en todos y cada uno de los 3 mil 198 ejemplares de nuestra historia en formato tradicional. También puedo afirmar, con números en la mano, que fui quien más portadas firmó en la historia de esos 3 mil 198 ejemplares, pero todo eso es historia. Ahora está en nuestras manos un nuevo formato cuyo tercer ejemplar (3 mil 201 de toda la historia) sale mañana y nada mal me caería salir a repartirlo un rato. Torear el tráfico, sentir el Sol en la cara, ver las reacciones de la gente al mirar la portada. De toda la fauna que rodea el negocio del periodismo, el voceador será siempre quien más respeto me inspire. Mirar su brazo en alto cada mañana me recuerda que estoy vivo y como salmón a contracorriente sigo peleando.