Eterno Retorno

Thursday, June 05, 2008

Lo de anoche fue el clímax. Decidí ver el partido a nivel de cancha. Tenía acreditación de fotógrafo, así que me coloqué atrás de la portería de Osvaldo Sánchez. Podía tocar la red con mis manos. Elegí esa portería porque obviamente intuí que era ahí donde caerían los goles y por supuesto no me equivoqué.
Ver a Messi y a Agüero quebrar una defensa a unos poquísimos metros de donde yo estaba colocado es placer en estado puro. Es algo así como beber el mejor vino o leer la mejor poesía. Es una embriaguez total. Le vayas a quien le vayas, si sabes y disfrutas el futbol no puedes menos que deleitarte al ver a esa delantera. Los cuatro goles argentinos cayeron frente a mí. Olvídense de patrioterías. Yo ayer fui a ver buen futbol, no a envolverme en una bandera. No se trata de querer a un país más que a otro, sino del hedonismo absoluto de disfrutar del futbol arte. A este país lo apoyo pagando mis impuestos, consumiendo sus productos e informando verdades. En lo futbolístico déjenme apoyar a quien yo quiera. Por alguna razón siempre he lamentado y sufrido más las derrotas de Tigres que las de la selección mexicana, un equipo que nunca he sentido mío. Las pasiones que definen mi vida se forjaron en los años ochenta. En esa década escuché a Iron Maiden y más de 20 años después sigo enganchado a su música. En 1986, cuando era un mocoso que entendía muy poco de futbol, ví coronarse a la Argentina de Maradona y desde entonces quedé enviciado como un adicto a este deporte. Tengo un club al que soy y seré fiel que se llama Tigres, pero la razón por la que me volví adicto al futbol se llama Argentina y 22 años después le sigo siendo su hincha.