Sueño recurrente: Demonios que te poseen, que te manejan a su antojo y te arrancan carcajadas demenciales. Ríes como un desquiciado, te arrojas contra las paredes, trepas por los muros de los edificios, caes al vacío, vuelas. Los demonios te manejan. ¿Son ellos? ¿O eres tú el que se ha convertido en demonio? Lo cierto es que el sueño es recurrente. Ojo, he dicho sueño, no pesadilla. Disfruto soñar con demonios.
Camina por las calles de Tijuana. Mira a los ojos de la gente ¿Cuántas miradas perdidas? ¿Cuántas cabezas en otro lugar? ¿Cuántos pensamientos perversos? Ojos que se cruzan, destellos del abismo, de todos los abismos que nos habitan. Hay un infierno individual en cada uno de nosotros. Patinamos sobre una capa de hielo. Abajo aguarda el abismal vacío. Hay capas de hielo fuerte, grueso, tan firme que los patinadores apenas intuirán el abismo. Pero hay otras capas, la mayoría, de un hielo delgado, frágil como un cristal fino, un hielo a punto de quebrarse y derretirse. Es entonces cuando sientes la atracción del vacío, el poder magnético del gran hoyo negro, los demonios gritando tu nombre a coro. Ven, ven, ven...
Un día, cualquier día, tu estructura se derrumba, tu castillito se hace añicos y se va a va mierda tu torre de ciertos y falsos, de buenos y malos, del cuatro como resultado del dos más dos. La llave que gira y enciende el motor, el botón de play y el retumbar de la música, el timbre del celular, las letras en el teclado de tu computadora, las noticias en la pantalla. ¿Cuándo te darás cuenta que tu vida es un sentido figurado? Somos ratitas en caja de Skinner, animales condicionados, domesticados a punta de placeres y choques eléctricos.
A veces soy néctar de puro Thanatos y por mis venas corre el averno. Carne y sangre de oscuridad e Infierno.
Camina por las calles de Tijuana. Mira a los ojos de la gente ¿Cuántas miradas perdidas? ¿Cuántas cabezas en otro lugar? ¿Cuántos pensamientos perversos? Ojos que se cruzan, destellos del abismo, de todos los abismos que nos habitan. Hay un infierno individual en cada uno de nosotros. Patinamos sobre una capa de hielo. Abajo aguarda el abismal vacío. Hay capas de hielo fuerte, grueso, tan firme que los patinadores apenas intuirán el abismo. Pero hay otras capas, la mayoría, de un hielo delgado, frágil como un cristal fino, un hielo a punto de quebrarse y derretirse. Es entonces cuando sientes la atracción del vacío, el poder magnético del gran hoyo negro, los demonios gritando tu nombre a coro. Ven, ven, ven...
Un día, cualquier día, tu estructura se derrumba, tu castillito se hace añicos y se va a va mierda tu torre de ciertos y falsos, de buenos y malos, del cuatro como resultado del dos más dos. La llave que gira y enciende el motor, el botón de play y el retumbar de la música, el timbre del celular, las letras en el teclado de tu computadora, las noticias en la pantalla. ¿Cuándo te darás cuenta que tu vida es un sentido figurado? Somos ratitas en caja de Skinner, animales condicionados, domesticados a punta de placeres y choques eléctricos.
A veces soy néctar de puro Thanatos y por mis venas corre el averno. Carne y sangre de oscuridad e Infierno.