Pasos de Gutenberg
Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo
Ryszard Kapuscinski
Anagrama
Por Daniel Salinas
Si alguien me pidiera que recomendara un libro para estudiantes recién ingresados a la carrera de comunicación o periodismo o a cualquier joven que inicie su camino en los medios de comunicación, no dudaría un segundo en recomendarle este como primera opción, antes incluso que los clásicos de Vicente Leñero o Federico Campbell. “Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo”, es un libro ideal para aquel que quiera hacerse una idea sobre la esencia de este oficio. Ojo, no es un manual de introducción ni se parece en lo más mínimo a un libro de texto. Es ante todo una reflexión y se me apuran un poquito, una involuntaria declaración de principios a favor del buen periodismo. Tiene sólo 124 páginas en letra más o menos grande, así que hasta el estudiante más repelente a la lectura lo podrá terminar sin pretextos. Para alguien más o menos “canchero” en esto de leer, es un ejemplar que se devora con inmenso placer literalmente en una sentada. Ryszard Kapuscinski creó los mejores reportajes narrativos del Siglo XX y escarbó profundo en rincones del planeta y personajes relegados a menudo por los medios masivos. Nadie como él reflejó la caída del colonialismo y el nacimiento de las primeras naciones en África. Nadie se involucró de tal manera en el Tercer Mundo en fenómenos tales como guerrillas, emigraciones, pobreza. Fue testigo presencial de transformaciones políticas y económicas lo mismo en Latinoamérica que en la URSS. Sin embargo, no le quedó mucho tiempo de sobra para reflexionar sobre el oficio que desempeñó con maestría hasta la muerte. Por fortuna alguien se tomó la molestia de arrancarle una charla y capturar sus palabras.
Hay libros manufacturados a posteriori y el que hoy nos ocupa es uno de ellos. El colega Ryszard Kapuscinski nunca se sentó en su escritorio con la idea de crearlo. Es más, jamás desenfundó la pluma para escribir una línea. Este es un libro charlado, pero por fortuna la escritora y periodista María Nadotti tuvo la brillante idea de capturar dichas charlas informales en papel. Así pues, tenemos aquí al mejor reportero del Siglo XX reflexionando sobre el arte de crear buen periodismo. Kapuscinski, nacido en Polonia en 1932, falleció el año pasado en plena era del periodismo cibernético, sin embargo nunca fue un anacrónico de vieja guardia anclado en el sistema de linotipos. Por el contrario, siempre exhortó a la actualización constante y a la adaptación a nuevas formas de trabajo y vida, pero sin perder jamás el alto compromiso ético y social que el oficio exige. Para Kapuscinski el periodista debe ante todo tener un alto sentido humano y su objetividad no implica que se torne de hielo ante la desgracia de sus semejantes. Para poder narrar una historia, afirma, primero hay que comprenderla y sentirla.
El primer elemento de los reporteros, dice Kapuscinski, es estar dispuesto a sacrificar una parte de nosotros mismos. Con el periodismo se vive cada instante y no se puede cerrar la oficina a las 16:00. Según Kapuscinski, se es reportero las 24 horas del día. Luego entonces, este libro es una excelente iniciación, o acaso advertencia, para quien tenga deseos de entrarle a este oficio. Aún están a tiempo de arrepentirse.
Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo
Ryszard Kapuscinski
Anagrama
Por Daniel Salinas
Si alguien me pidiera que recomendara un libro para estudiantes recién ingresados a la carrera de comunicación o periodismo o a cualquier joven que inicie su camino en los medios de comunicación, no dudaría un segundo en recomendarle este como primera opción, antes incluso que los clásicos de Vicente Leñero o Federico Campbell. “Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo”, es un libro ideal para aquel que quiera hacerse una idea sobre la esencia de este oficio. Ojo, no es un manual de introducción ni se parece en lo más mínimo a un libro de texto. Es ante todo una reflexión y se me apuran un poquito, una involuntaria declaración de principios a favor del buen periodismo. Tiene sólo 124 páginas en letra más o menos grande, así que hasta el estudiante más repelente a la lectura lo podrá terminar sin pretextos. Para alguien más o menos “canchero” en esto de leer, es un ejemplar que se devora con inmenso placer literalmente en una sentada. Ryszard Kapuscinski creó los mejores reportajes narrativos del Siglo XX y escarbó profundo en rincones del planeta y personajes relegados a menudo por los medios masivos. Nadie como él reflejó la caída del colonialismo y el nacimiento de las primeras naciones en África. Nadie se involucró de tal manera en el Tercer Mundo en fenómenos tales como guerrillas, emigraciones, pobreza. Fue testigo presencial de transformaciones políticas y económicas lo mismo en Latinoamérica que en la URSS. Sin embargo, no le quedó mucho tiempo de sobra para reflexionar sobre el oficio que desempeñó con maestría hasta la muerte. Por fortuna alguien se tomó la molestia de arrancarle una charla y capturar sus palabras.
Hay libros manufacturados a posteriori y el que hoy nos ocupa es uno de ellos. El colega Ryszard Kapuscinski nunca se sentó en su escritorio con la idea de crearlo. Es más, jamás desenfundó la pluma para escribir una línea. Este es un libro charlado, pero por fortuna la escritora y periodista María Nadotti tuvo la brillante idea de capturar dichas charlas informales en papel. Así pues, tenemos aquí al mejor reportero del Siglo XX reflexionando sobre el arte de crear buen periodismo. Kapuscinski, nacido en Polonia en 1932, falleció el año pasado en plena era del periodismo cibernético, sin embargo nunca fue un anacrónico de vieja guardia anclado en el sistema de linotipos. Por el contrario, siempre exhortó a la actualización constante y a la adaptación a nuevas formas de trabajo y vida, pero sin perder jamás el alto compromiso ético y social que el oficio exige. Para Kapuscinski el periodista debe ante todo tener un alto sentido humano y su objetividad no implica que se torne de hielo ante la desgracia de sus semejantes. Para poder narrar una historia, afirma, primero hay que comprenderla y sentirla.
El primer elemento de los reporteros, dice Kapuscinski, es estar dispuesto a sacrificar una parte de nosotros mismos. Con el periodismo se vive cada instante y no se puede cerrar la oficina a las 16:00. Según Kapuscinski, se es reportero las 24 horas del día. Luego entonces, este libro es una excelente iniciación, o acaso advertencia, para quien tenga deseos de entrarle a este oficio. Aún están a tiempo de arrepentirse.