Vidas imaginarias
Marcel Schwob
Ediciones Coyoacán
Por Daniel Salinas Basave
¿Quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido? Marcel Schwob levanta la mano y acto seguido toma la pluma. La pétrea historia de lo que fue se desvanece ante los infinitos senderos de la que pudo suceder o acaso sucedió. A la sombra de las biografías de los hombres célebres sobre los que creemos tener certezas absolutas y datos concretos, surgen los que nunca fueron o acaso estuvieron a punto de ser o simplemente vivieron a lado del camino, “fumando el humo mientras todo pasa”.
El verdadero arte del biógrafo, dice Marcel Schwob, consiste en valorar por igual la vida de un pobre actor y la vida de Shakespeare. “Narrar con igual preocupación las existencias únicas de los hombres, tanto si fueron divinos, mediocres o criminales”.
Eche usted un vistazo a su librero. Doble contra sencillo podemos apostar a que hay por lo menos un diccionario biográfico o alguna colección con las vidas de personajes históricos. En afán de romper la monotonía y jugar un poco con las infinitas posibilidades de lo que no sucedió, a lado de ese diccionario biográfico o de esa enciclopedia podríamos hacerle un lugar a “Vidas imaginarias”, libro que llegó a mis manos por cortesía de mi colega Fausto Ovalle. En lo que se refiere a estilo, Marcel Schwob se tomó muy en serio su papel de biógrafo. También en lo que concierne al entorno histórico y mitológico de sus biografiados. El detalle, precisamente el que hace apetecible el libro, es que las vidas de estos personajes y en ocasiones los personajes mismos no son reales o al menos no en un sentido historiográfico. Algunos, como el filósofo presocrático Empédocles o el incendiario Eróstrato, son seres casi mitológicos, aunque sobre el primero se tiene algún indicio de su existencia. Otros como la princesa Pocahontas, el pintor Paolo Uccelo el Capitán Kid o el poeta Cecco Angiolieri, existieron aunque al final su vida real fue superada por la literatura de ficción que en algunos casos inspiraron. Schwob no pretende entrar al juego de revelar verdades ocultas o dar a conocer documentos perdidos que den lugar a revelaciones escandalosas. Lo suyo es puro y simple juego literario disfrazado de biografía, historias posibles pero absolutamente fantásticas al final. Hoy en día miles apuestan por la biografía novelada y nadie los cuestiona pese a que pretenden convencernos de los sueños eróticos de Alejandro Magno o las pesadillas de Napoleón. Schwob en cambio transformó a personajes en teoría reales, en seres de mitología.
No pretende convencernos de nada, sino únicamente regalarnos imágenes de lo más ricas, cargadas algunas de erotismo y dilemas metafísicos. Después de leer Vidas imaginarias, queda muy claro de dónde amamantó Jorge Luis Borges a la hora de su escribir sus Inquisiciones o su Aleph.
Marcel Schwob
Ediciones Coyoacán
Por Daniel Salinas Basave
¿Quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido? Marcel Schwob levanta la mano y acto seguido toma la pluma. La pétrea historia de lo que fue se desvanece ante los infinitos senderos de la que pudo suceder o acaso sucedió. A la sombra de las biografías de los hombres célebres sobre los que creemos tener certezas absolutas y datos concretos, surgen los que nunca fueron o acaso estuvieron a punto de ser o simplemente vivieron a lado del camino, “fumando el humo mientras todo pasa”.
El verdadero arte del biógrafo, dice Marcel Schwob, consiste en valorar por igual la vida de un pobre actor y la vida de Shakespeare. “Narrar con igual preocupación las existencias únicas de los hombres, tanto si fueron divinos, mediocres o criminales”.
Eche usted un vistazo a su librero. Doble contra sencillo podemos apostar a que hay por lo menos un diccionario biográfico o alguna colección con las vidas de personajes históricos. En afán de romper la monotonía y jugar un poco con las infinitas posibilidades de lo que no sucedió, a lado de ese diccionario biográfico o de esa enciclopedia podríamos hacerle un lugar a “Vidas imaginarias”, libro que llegó a mis manos por cortesía de mi colega Fausto Ovalle. En lo que se refiere a estilo, Marcel Schwob se tomó muy en serio su papel de biógrafo. También en lo que concierne al entorno histórico y mitológico de sus biografiados. El detalle, precisamente el que hace apetecible el libro, es que las vidas de estos personajes y en ocasiones los personajes mismos no son reales o al menos no en un sentido historiográfico. Algunos, como el filósofo presocrático Empédocles o el incendiario Eróstrato, son seres casi mitológicos, aunque sobre el primero se tiene algún indicio de su existencia. Otros como la princesa Pocahontas, el pintor Paolo Uccelo el Capitán Kid o el poeta Cecco Angiolieri, existieron aunque al final su vida real fue superada por la literatura de ficción que en algunos casos inspiraron. Schwob no pretende entrar al juego de revelar verdades ocultas o dar a conocer documentos perdidos que den lugar a revelaciones escandalosas. Lo suyo es puro y simple juego literario disfrazado de biografía, historias posibles pero absolutamente fantásticas al final. Hoy en día miles apuestan por la biografía novelada y nadie los cuestiona pese a que pretenden convencernos de los sueños eróticos de Alejandro Magno o las pesadillas de Napoleón. Schwob en cambio transformó a personajes en teoría reales, en seres de mitología.
No pretende convencernos de nada, sino únicamente regalarnos imágenes de lo más ricas, cargadas algunas de erotismo y dilemas metafísicos. Después de leer Vidas imaginarias, queda muy claro de dónde amamantó Jorge Luis Borges a la hora de su escribir sus Inquisiciones o su Aleph.