Eterno Retorno

Wednesday, May 02, 2007

¿Recuerdan un Día del Trabajo con lluvia en Tijuana? Yo no.

Cinéfilos

¿Por qué hay tantos escritores mexicanos obsesionados con el cine? ¿Por qué la gente que gusta de la literatura es a menudo cinéfila? ¿Por qué carajos hay tantos tipos que discuten sobre películas a mi alrededor? ¿Por qué les preocupa tanto quién carajos gana el Óscar o la palma o el ariel? Me caga el cine, me aburre el cine pero sobre todas las cosas me cagan y me aburren los cinéfilos. Entiéndalo de una vez, maniacos de las palomitas: La mejor película que existe es un partido de futbol y si es de la Champions mejor. De todas las cosas que hay actualmente en la cartelera la única película que medianamente llama mi atención es Gol II y solamente porque trata de futbol y aparecen jugadores reales.

Arriaga


A propósito. Nunca en mi vida he leído nada de Guillermo Arriaga y de hecho supe de su existencia hasta hace unos días, cuando en www.paulauster.blogspot.com leí lo siguiente:

El estadounidense Paul Auster y el mexicano Guillermo Arriaga mantuvieron el viernes por la noche una charla casi de amigos íntimos en el marco del Festival Literario del PEN Club, que se celebra en Nueva York. Ambos creadores intercambiaron ideas ante una audiencia atenta a sus opiniones sobre el cine y la literatura, sin olvidarse de temas tan universales como el dolor y la muerte.

Caray, dije ¿Quién carajos es ese mexicano que se sienta junto al mero mero chingón de las letras gabachas? Dada mi enfermiza admiración por Auster, supuse que ese escritor mexicano debía ser digno de leerse. Pues bien, ayer por azares del día festivo me topé con un libro del tal Arriaga. Olvidé su nombre, pero en la portada aparecía una mujer desnuda. Leí la siempre engañosa contraportada y no hubo ese feeling propio de ligue, ese ganchito similar al amor a primera vista que te orilla a comprar o robar un libro. Después leí la semblanza del autor y ahí sí, hubo la contundencia necesaria, la certeza absoluta que necesitaba para no comprar el libro ni perder mi tiempo leyendo al tal Arriaga. En la foto aparecía un tipo vestido de cowboy que se presentaba a si mismo como chilango (empezamos mal compadre) papá de Jorgito y Manuelito (olvidé los nombres de los mocosos) Esposo de Petrita (también olvidé el nombre de la morra) abstemio que odia a los que necesitan inspiración con el alcohol, malo para los trompos en la adolescencia, aprendiz de jugador de basquetbol y no recuerdo que más datos de absoluta trascendencia. Muy simpático chilanguito, buen intento de romper con los aburridos cánones de autores presentados con sus universidades y premios, pero en tu búsqueda de quebrar la rutina me pareciste el colmo de la pedantería chilanga. Mejor no hubieras puesto nada y a lo mejor hasta me animaba a comprar el libro. Y luego para acabarla es guionista y con lo que detesto el pinche cine. A veces es bueno tener plena certeza de lo que uno no quiere.


PD- Ayer, también por azares del destino y del sinquehacer, me topé con la nueva novela ganadora del Alfaguara


Retorno de Sísifo

Si veinte gardelianos años no es nada, diez no son un carajo. No se si estos diez años han consumado el Mito del Eterno Retorno o más bien ha sido el de Sísifo, pero lo cierto es que esta cosa ya la viví.

Mayo de 1997: Desde la redacción de El Norte me preparaba psicológica y físicamente para una campaña política que sería la más reñida en la historia de Nuevo León (hoy en día todas las campañas, por aburridas que sean, son vendidas como las más reñidas de la historia) Fernando Canales se subía por segunda vez al ring y se preparaba para acabar con 70 años de priismo en Nuevo León. Antes de empezar me advirtieron: Habrá un mundo de intereses en juego, muchos jaloneos, hartas trampas y chanchullos. Desde la redacción preparábamos un operativo especial de cobertura. Yo, por entonces un novato total en el oficio (pese a cuatro años corridos en el radio y la experiencia de haber fundado una revista con nuestras manos y recursos) me preparaba por vez primera para el trabajo en serio, para la competencia de Grandes Ligas y Primera División. Me dijeron que no dormiría y en efecto, aprendí a no dormir. Me dijeron que no descansaría y entonces supe lo que era vaciar la jarra de café a las 10:00 de la noche en la redacción. Al final ganó el PAN o pudo haber ganado el PRI (al fin y al cabo Nati ganó seis años después) El caso es que yo me morí del aburrimiento.


Mayo de 2007: Desde la redacción de Frontera me preparo física y psicológicamente para la campaña política más ruda y reñida de la historia de Baja California. Jorge Hank Rhon afila las garras y salta al ruedo para acabar con 18 años de panismo en la norteña península. Decir que una campaña política es sucia es una obviedad, pero por estos rumbos se suele llegar al descaro y el cinismo es una virtud. Acá en Tijuana las marrullerías polacas suelen ser presumidas como hazañas. Un ciclón de grillas, pitazos, filtraciones y puñaladas traperas ha empezado a soplar. Me gustaría ser un mocoso y asustarme, pero en periodismo pasé sin escalas de novato a veterano. Diez años después me siento un viejo tundeteclas, carne y sangre de redacción, con miles de litros de tinta desparramados en la colina de Sísifo. Se lo que viene, lo puedo ver y no hace falta ser adivino para intuir lo que estaré haciendo la noche del 5 de agosto. ¿De qué me han servido diez años? Me han servido para aprender que la política es un circo y a los circos va uno a divertirse, no a morir de aburrimiento. Así las cosas, trataré de divertirme y hacer el relato de esta absurda batalla lo más entretenido y constructivo posible para nuestros lectores.


Un rancho

Tiene más de tres millones de habitantes, decenas de miles más que los reconocidos por Inegi y los sabihondos del Colef. Su población flotante rebasa toda proporción. En el momento en que escribo esto, varios cientos de pollos están arribando a la Central de Autobuses o al Aeropuerto procedentes de Sinaloa, Nayarit, Michoacán (y agregue usted cuanta entidad empobrecida se le venga a la mente) Uno o dos pasarán a Estados Unidos. El resto se quedará aquí a vivir del subempleo, la mendicidad, la delincuencia o la venta de droga al menudeo. También en el momento en que escribo esto varios cientos de turistas destapan la primera cerveza del día. Sume usted también a los chinitos que llegan de contrabando por Ensenada directo y sin escalas a las cocinas de los restaurantes. Agréguele hondureños y guatemaltecos que se hacen pasar por chiapanecos en las maquilas y si quiere un poco de exotismo para excitar paranoias antiterroristas, cuente a ocasionales iraníes e iraquíes que de vez en cuando se topa el INM en algún cuarto de hotel. Nuestra tasa de crecimiento anual, superior al 6%, está por encima de la de todo el país (solo el vecino municipio de Rosarito y su escandaloso 8% nos gana) Como podrá usted ver, en Tijuana somos un chingamadral de gente. Alguien con ínfulas culturales diría que vivimos en una urbe cosmopolita y multiracial. Yo pienso que pese a todo, sigue teniendo alma de pueblo. Somos un ranchito. Demasiadas caras conocidas en la placita, demasiados chismes en la tiendita de la esquina, demasiadas manos estrechadas, muchos nombres que conozco o me suenan, demasiados tipos con los que al menos una vez en mi vida he cruzado un par de palabras. Sales de tu casa un día festivo cualquiera y encuentras a veinte o treinta conocidos. Vamos a comer a la Fonda Argentina y en la puerta encuentro a un tipo ¿A quién saludaste? pregunta Carolina. Líder transportista, resentido con Hank Rhon, bonos a la baja. En la mesa de a lado hay otro tipo ¿Y ese? Promotor de bienes raíces especializado en terrenos junto al mar, estafador profesional. Vamos al súper y estrecho otra mano ¿Y ese? Regidor perredista, coquetea por igual con priistas y panistas. Vas al cajero automático y alguien más te saluda. Ex candidato panista, recién derrotado en las elecciones internas del domingo. De carro a carro, en el semáforo, alguien pita y te saluda. ¿Quién es? Pasquinero a la baja, ex vocero de un priista en decadencia, en busca de nuevo patrón en las elecciones. ¿Y ese otro? No me acuerdo, pero creo que anduvo en el Ayuntamiento de Kiko ¿y aquel? Me suena a ex achichincle de un diputado y así nos la llevamos. Ocho añitos de reportear en Tijuana me han servido para tener varios centenares, acaso miles de conocidos y sin embargo me siguen sobrando dedos en una mano para contar a mis amigos.