Eterno Retorno

Monday, April 16, 2007

Nomás les pido una cosa: No me vayan a salir con que el autor del tiroteo en el Tecnológico de Virginia era adicto al Heavy Metal ni me vengan con que antes de disparar sus armas estuvo escuchando discos de Slayer o que tenía una banda de black metal. Siempre que pasa una cosa de esas los gringos le pasan la factura al Metal que no tiene la culpa de nada. Si la gente escuchara más Metal, simplemente liberaría adecuadamente sus tensiones y no se tendrían que andar desquitando a plomazos.

Sigue la mata dando

Todo hace indicar que México seguirá ocupando el deshonroso primer lugar como el país más peligroso para ejercer el periodismo en América. Saúl Noe Martínez Ortega, colega reportero de Agua Prieta Sonora, fue levantando por un comando armado en la madrugada de ayer y de su paradero nada se sabe.
Por desgracia, la respuesta de las autoridades no será tan rápida ni tan contundente como sucedió con el colega de Televisa Amado Ramírez en Acapulco. Tal parece que sin la presión constante de Joaquín López Dóriga en su noticiero, las autoridades pueden dormirse a gusto en los laureles y esperar a que la noticia se olvide como han querido hacer con nuestro colega Alfredo Jiménez. Una vez más queda claro que los reporteros que trabajan en la lejana frontera, lejos de Tenochtitlán y el influyentismo de los grandes medios nacionales, son quienes están en más grave riesgo.

Sí a La Muerte

Aquí no me ando con medias tintas, posicionamientos mesurados u opiniones analíticas. Yo le digo Sí al aborto en todos los casos. Y ya que andamos entrados señores legisladores, den un Sí a la eutanasia en cualquier circunstancia y de una vez un Sí absoluto a la pena capital sin muchas averiguaciones de por medio. Dile Sí a La Muerte, la única fiel compañera.

Último Ritual o Cuaderno de Flores (escrito previo a la Semana Santa)

Quiero leer un buen libro en este inminente oasis de cuatro días y aunque mi librero está atiborrado de títulos a los que no he encajado aún el diente, la sed de adicto bibliófilo y consumista me exige comprar uno nuevo. Hay dos candidatos, absolutamente contrastantes y sin punto de comparación. Uno es El Último Ritual de Yrsa Sigurdarottir, una ingeniera islandesa y la historia trata un crimen con facha de sacrificio demoníaco que nos remonta a la Islandia medieval y al Malleus Malleficarum. Thriller comercialote, con ambiciones eruditas, hijo del Código Da Vinci, una moda que no me va en absoluto. ¿Por qué entonces mi interés en leerlo? Por Islandia y también por la magia negra. Hace casi once años estuve en
Islandia y ese país sigue ejerciendo un demencial magnetismo sobre mí. El otro libro es Cuaderno de Flores de Luis Felipe Lomelí, quien fuera mi compañero en el talle de Rafael Ramírez Heredia (Q.E.P.D.) allá en Monterrey. Leí su libro de cuentos Ella sigue de viaje y me pasó bastante y esta nueva novela que habla de Colombia, de dos amores, de dejar atrás. ¿Cuál de los dos leeré?


Headbangueando en Semana Santa

Cielo e Infierno

Me perdí la tocada de Exploited, pero al ver el boleto que tengo en mi mano se me olvida cualquier concierto que me haya perdido en el pasado. Y es que en mis manos está el boleto para ver la reunión de Black Sabbath con DIO. Heaven and Hell han titulado a esta reunión en donde se tocarán temas únicamente de los álbumes Heaven and Hell, Mob Rules y Dehumanizer, la trilogía perfecta con la voz sagrada de Ronnie James Dio. La cita es el 26 de abril en el Coors de Chula Vista y ni falta hace decir que ya me anda. Chingón lugarcito el que agarramos. Megadeth y Machine Head abren el aquelarre. Empieza la cuenta regresiva.

Obsesionado

En mis oídos: The Obsessed, Lunar Womb. Imposible hablar de Stoner- Doom sin destacar a este trío, piedra angular del estilo. La portada es el Cronos devorando a sus hijos de Goya y Lucientes. Riffs densotes, alucinados, casi siempre lentos, con cierto toquecito psicodélico- Hijos bastardos del primer Sabbath.


Los cuatro mejores discos que he comprado en lo que va del año son:

Cannibal Corpse: Kill
Goatwhore: The Haunting Curse
Sodom: M-16
Chrome Division: Dooms Day Rock and Roll

Con todo y el iPod en mi bolsillo, la fiebre compradora de discos no disminuye. Esta primavera ha destacado por un par de obras de ultra brutal Death Metal Americano. El nuevo trabajo de Cannibal Corpse,titulado simplemente Kill y el álbum de Goatwhore The Haunting Curse. Por años me mantuve alejado de Brutal Death americano y de no ser por mi fidelidad religiosa a Morbid Angel y Death, en los últimos años escuché casi exlusivamente Death sueco. Sin embargo el Brutal Death americano grita profundo desde los Infiernos y nos regala un par de obras de antología: El Kill de Cannibal Corpse es un perro discazo. 41 minutos después sientes que un tren te ha pasado encima. Pura perra rabia y ferocidad con una producción limpiecita. A Cannibal lo vi en Tlanepantla, en noviembre de 1991, abriéndo un concierto para los holandeses Pestilence, entonces los estrellas del cartel. Cannibal, con Chris Barnes en los gritos, presentaban el Butchered at Birth, su segundo álbum. Una tocada de antología que jamás olvidaré. Años después le perdí la huella a los caníbales, pero este Kill es como el rencuentro con un viejo amigo con una helada cerveza de por medio. Pero los que sí se volaron la barda fueron Goatwhore. Yo no se si fue la herencia de Katrina, pero estos demonios de Nueva Orleans crearon la mejor obra deathmetalera que he escuchado en muchos años. No me canso de escuchar el Haunting Curse. Mala leche en estado puro

Con casi cinco años de retraso llegué al disco M-16 de los germanos Sodom. A estos thrasheros los seguía en las épocas del Agent Orange y el añejo Sign of Evil en los ochentas y luego de años de silencio, su regreso con el M-16 en 2002 no llamó mi atención y no compré el disco. Grave error el mío. Durante cinco años viví desconociendo uno de los mejores discos de Thrash Metal que se han hecho. Me atrevo a decir que es el mejor disco de Sodom y tal vez el mejor disco de Thrash que se ha hecho en el nuevo milenio (los mejores discos de Thrash de la historia se hicieron en el siglo pasado, en los ochenta y se repartieron entre Alemania y la Bay Area de SF y Oakland) Napalm in the Morning es un rolón que no me canso de escuchar.


El Dooms Day Rock and Roll de los noruegos Chrome Division suena al mejor Motörhead (y Motörhead es siempre el mejor) Muchos identificarán a Chrome como la banda alterna de Sagrath, el líder de Dimmu Borgir, pero la verdad es que este proyecto brilla con luz propia. Con perdón de mi buen amigo Octavio, pero Chrome Division me gusta más que Dimmu y es que la neta soy más amigo del Rock and Roll puercón, sucio y malintencionado que del black tan atmosférico, con exceso de tecladitos y caras pintadas. Serial Killer es de esas rolas que debes escuchar a todo volumen Sam Adams en mano mientras conduces por un arrabal de mala muerte.


Tres libritos pa que no me extrañen

Lo que yace en el vientre de Ámber Aravena
Amber Aravena Sandoval
Ediciones Daxdalia

Por Daniel Salinas Basave

Puede ser leído como un relato autobiográfico, como una apurada confesión redentora o como el incurable desvarío de una mujer ebria frente al Océano Pacífico. Se puede tomar como un desgarrador drama existencial o como una simple tomadura de pelo, un digno ejemplar en la gran biblioteca de los libros que no existen.
¿Es real Amber Aravena? En teoría, si le creemos al prólogo de Irenio Viqueira, Amber Aravena es una mujer chilena de carne y hueso que un día, para escapar de las garras de una depresión, decide empezar a escribir en un blog a manera de terapia.
Según el esbozo autobiográfico que nos regala la supuesta autora de estas caóticas memorias, Amber Aravena nació en Temuco Chile un 24 de febrero de 1970. Su padre fue un funcionario provincial en el gobierno socialista de Salvador Allende y en 1973, a raíz del golpe de Augusto Pinochet, se exilió con toda su familia a México. A los tres años de edad, Amber tuvo que viajar más de 30 horas dentro de la cajuela de un carro que llevó a su familia hasta la frontera con Bolivia, desde donde lograron tomar un avión hasta México, país en donde vivieron como exiliados.
Curiosamente, esta experiencia es minimizada en la autobiografía de Ámber, cuyo primer capítulo se refiere a un episodio de su infancia que nada tiene que ver con exilios políticos y que al parecer le generó un trauma insuperable. La pequeña Amber creía en la existencia de un monstruo rojo con cuerpo de serpiente y hocico de coyote que habita en la taza de algunos baños del mundo. El miedo a ese monstruo provoca que la pequeña Amber tenga graves dificultades para defecar, aún en su vida adulta. Esta escatológica confesión, tan poco común para abrir el relato autobiográfico de una mujer joven, es la introducción a la intrincada personalidad de Amber Aravena, una mujer que dice estar deprimida aunque se doble a carcajadas. Su relato lo empieza a escribir desde una casa en una playa de Cabo San Lucas a donde ha ido a refugiarse después de consumar su divorcio con un norteamericano y tras pasar meses en un hospital oncológico infantil en el lecho de muerte de su hijastro, que al final pierde la batalla con la leucemia.
Dejemos que sea la propia Amber quien en un párrafo textual describa su situación: Estoy deprimida. Estoy oficial, científica y soberanamente deprimida. Las causas varían según el psiquiatra. El efecto es el mismo. Aquí sí no hay vuelta de hoja ni lugar al debate ¿Qué le pasa a Amber Aravena? pregunta al unísono el Colegio de Psiquiatras del quinto infierno. E-S-T-Á D-E-P-R-I-M-ID-A-A-A contestan en coro doctores, enfermeras, pacientes, mascotas. Ya ven, tan fácil que es aceptarlo. Amber Aravena está deprimida ¿Qué tiene de particular? Kleber, mi psiquiatra, llegó a diagnosticarme que la depresión es mi estado natural. Dijo algo así que en la oscuridad de mis estados depresivos yo me muevo como un pez en el agua. Tal vez debió haber sustituido la metáfora por un lagarto en el pantano o una lombriz en el lodo. Sería más apropiado. En fin, es lo de menos.
Así que una vez aceptado el padecimiento, no me resta más que gozar de la depresión. Y tú, improbable lector, ¿Qué piensas al respecto?
Esta es Amber Aravena según sus propias palabras y la forma de describir su propia felicidad es bastante sui generis: Mi felicidad es una niña en patines de hielo deslizándose a toda velocidad por una delgada superficie a punto de romperse. Bajo el hielo hay un abismo sin fondo poblado de monstruos (ahí debe habitar el monstruo de la taza del baño por cierto) Pero en este momento la niña está patinando como si nada. Si la capa de hielo es gruesa o está a punto de derretirse es cosa que le tiene sin cuidado. Hoy estoy patinando, mañana quien sabe. No hay que buscarle misterio donde no lo hay. Amber Aravena está feliz porque está deprimida y punto. La combinación de Tafil, Casillero del Diablo, té de coca y una visión del Pacífico al atardecer es una excelente receta. La fórmula de la felicidad que buscaron los alquimistas. No es eterna por supuesto Pero ¿Que hay eterno en esta vida?. Esta es Amber Aravena, real o ficticia, carnal o etérea, mentirosa o desgarradoramente sincera y estas letras escupidas es lo que yace en su vientre


Por Daniel Salinas Basave
Cuaderno de flores
Luis Felipe Lomelí
TusQuets


La ciudad colombiana de Medellín está de moda como fuente de inspiración de escritores latinoamericanos. La urbe de verdes cerros, bellas mujeres y millones de balas ha sido el escenario de algunas de las mejores novelas que se escribieron en los noventa, tres de ellas francamente buenísimas.
Una trilogía perfecta de Medallo o Metrallo la constituyen el reportaje de Gabriel García Márquez “Noticia de un Secuestro”, la insuperable novela de Fernando Vallejo La Virgen de los Sicarios y la divertida “Rosario Tijeras de Franco Ramos. Medellín es el escenario de estos tres librazos, escritos todos por autores colombianos. Con todo y los kilos de plomo y los ríos de sangre, la buena narrativa de estos tipos acaba por lograr que uno se enamore de la ciudad, un alegre y rumbero territorio de guerra. Sería arriesgado decir que Cuaderno de Flores de Luis Felipe Lomelí sería la pieza perfecta para completar un hipotético cuarteto de Medellín, pero lo cierto es que la novela de este joven tapatío tiene un valor agregado que permite ver esta ciudad con otros ojos. Y es que en Cuaderno de Flores Medellín aparece narrada desde la óptica de un joven mexicano aburguesado. Bella, primaveral, seductora, carnavalesca y asesina aparece esta urbe colombiana a donde José Manuel llega huyendo del desempleo que le trajo consigo el gobierno del cambio en México. En afán de beber de un vaso medio lleno, diré que la novela de Lomelí es entretenida, amena, bien narrada. La leí en un par de sentadas (con el puerto de Ensenada como marco) durante el oasis vacacional de Semana Santa. Luis Felipe es ante todo un buen narrador, de esas plumas que simplemente caen bien, tal vez por sencillas, por no abusar de recovecos literarios. Una novela que difícilmente podría no gustar y que sin duda podría hacerse de una buena horda de jóvenes lectores que se sentirán identificados con su personaje.
El problema es que también hay un vaso medio vacío del que se tiene que sorber por momentos un líquido medio insípido. Y es que “Cuaderno de Flores” coquetea a veces muy descaradamente con lo light, con esos territorios de novela juvenil demasiado apta para preparatorianos pero acaso un tanto empalagosa para lectores más exigentes. El personaje por momentos resulta muy poco creíble y su radical transformación parece demasiado forzada. Tampoco se entiende ni se justifica eso de llamar blogs a los capítulos epistolares con su amigo Xico, cuando en ningún momento parece que el narrador escriba un blog, lo que podría ser un gancho engañoso para los blogadictos.
Claro, no se trata de dar demasiadas pistas de una novela que francamente sí es recomendable leer. Para dar simplemente una probadita, baste decir que Luis Felipe nos cuenta en primera persona en riguroso presente la historia de José Manuel, un tapatío de 27 años de edad comprometido en matrimonio con Carolina que se va a vivir a Medellín Colombia, por la simple y sencilla razón de que es esa ciudad el único sitio en el mundo donde ha encontrado trabajo como ingeniero. Medellín o más bien dicho le enigmática Natalia se encargan de transformarlo y palabras más, palabras menos, lo que en un principio sería una breve estancia laboral, se convierte en un cambio radical de forma de vida. José Manuel llega al corazón de las tinieblas colombianas y en una suerte de fenómeno Kurtz acaba por dejarse poseer por el abismo.


Sabato, El hombre
Una biografía
Julia Constenla
Seix Barral

Por Daniel Salinas Basave

La veneración es mala consejera cuando se trata de jugar al biógrafo. La periodista Julia Constenla venera a Ernesto Sabato y eso se nota en cada una de las páginas de esta biografía, que en honor a la verdad es más bien un homenaje al autor de El Túnel.
Vaya, el propio Ernesto Sabato fue más rigorista consigo mismo en su testamento autobiográfico Antes del fin, que su biógrafa-admiradora en Sabato, El hombre. El amor y la admiración jamás serán amigos de la crítica imparcial y Constenla, es evidente, se rindió a su amor por Sabato. Eso podría ser un defecto si lo que usted espera de una biografía es un elemento crítico o un poco de espíritu periodístico sabueso que busca ir más allá escarbando profundo en los recovecos desconocidos del biografiado. Pero debo confesar que quien hace esta reseña, al igual que Constenla, está afectado por un síndrome de incondicional veneración a Sabato y tal vez por ello disfrutó tanto este homenaje biográfico. Así las cosas esta reseña, ni falta hace aclararlo, no es del todo imparcial.
Julia Constenla de Giussani ha sostenido por más de 50 años una entrañable amistad con Ernesto Sabato y su fallecida esposa Matilde. Pocos pueden presumir semejante cercanía con este hombre que ha vivido rechazando los reflectores. Solitario por vocación, sumido en laberintos existenciales, Sabato vive recluido en su casa de Santos Lugares, lejos del caos bonarense, si bien jamás ha dudado en elevar su voz y respaldar públicamente causas sociales contestatarias, siempre a favor de los marginados. El químico que abandonó la ciencia para entregarse a la literatura, el hombre que en su senectud se entrega a la pintura, parece en muchos momentos un alma atormentada tal vez por ser, diría Nietzsche, humano, demasiado humano. Si le creemos al obispo Julio Laguna, Constenla ha sido la salvadora de más de una obra de Sabato, condenada por su autor al fuego. Sabato, al igual que Kafka, tenía la tentación permanente de arrojar a las llamas sus textos recién terminados.
Detesto las odiosas comparaciones y no pienso que se pueda hablar de justicia e injusticia a la hora de valorar el legado de un autor, pero creo que en contraste con lo sucedido a otros escritores latinoamericanos, la trascendencia de la obra de Sabato no ha sido aún dimensionada. ¿Hay en América un escritor con semejante hondura metafísica? Perdón por meter otra vez la cuchara, pero mientras millones de personas celebran a Cien años de la soledad como la obra fundamental de Latinoamérica, habemos algunos que nos quedamos con Sobre héroes y tumbas como el insustituible libro de cabecera y altar. En el medio siglo que está por cumplir esta novela, nadie ha sido capaz de escribir un drama ontológico existencial semejante.
Volviendo a la biografía escrita por Constenla, hay que reconocer la ambición de la autora por profundizar en los más ancestrales orígenes de la familia Sabato. Su biografía no comienza en Rojas, provincia de Buenos Aires, sino en Calabria y en Albania, origen de los antepasados de Sabato, que como tantos y tantos europeos pobres, cruzaron el Atlántico rumbo al Río de la Plata. Hay descripciones casi poéticas de la casa de Sabato en Santos Lugares, una buena colección de fotografías de todas las etapas de la vida del escritor y también interesantes cartas recibidas por su biografiado con firmas tan diversas como la de Ernesto Che Guevara, Albert Camus, Witold Gombrowicz, Umberto Eco y Carlos Fuentes entre otros. Tal vez no es la biografía definitiva reveladora de ese gran misterio llamado Sabato, pero sí es un justo homenaje y un acercamiento a la intimidad del autor de Abaddon el exterminador.


Zapatistas tijuanos

Para celebrar aniversario con el sello que los ha caracterizado durante 19 años, los siempre combativos colonos del poblado Maclovio Rojas armaron en grande tremendo zipizape frente al Centro de gobierno y hasta se permitieron traer como comparsas a un grupo de supuestos comandantes del EZLN. Por supuesto, los encapuchados no hablaron ni respondieron preguntas. ¿Por qué tanto misterio? Por la simple y sencilla razón de que los disque zapatistas de los maclovios no vienen de Chiapas, sino que son made in La Presa rural. No es la primera vez que los maclovios presumen el apoyo de las huestes de Marcos y hablan de la existencia de ejércitos guerrilleros tijuanenses, aunque las más de las veces se limitan a encapuchar a unos cuantos vecinos para hacer más pintorescas sus protestas.

Rocazos en carretera

Ojalá que la Policía Federal Preventiva se ponga las pilas, pues los amigos de lo ajeno están haciendo de las suyas en la carretera a Tecate y nadie les pone un freno. Resulta que desde los puentes peatonales de la carretera de cuota, los ladrones arrojan rocas a los parabrisas de los camiones para destrozarlos y lesionar al conductor, obligándolo a detener la unidad. Una vez que la unidad está parada, bajan los mañosos y asaltan al chofer. Hay gente que ya ha quedado lesionada de gravedad por los rocazos y las denuncias sobre este tipo de robo se incrementan drásticamente.

Salven a los salvavidas

En ninguna época del año como en estos días de Semana Santa se acuerdan tanto en el Ayuntamiento de su División de Rescate Acuático. Los salvavidas que usted ve en la playa tijuanense son una división de Bomberos de Tijuana e históricamente han sido los empleados más ignorados y minimizados del Ayuntamiento.
Los muchachos que integran la División de Rescate Acuático eran ubicados tradicionalmente en el escalafón salarial más bajo dentro de Bomberos, si bien les iba, pues con decirle que había jovencitos que de plano trabajaban por amor al arte esperando una oportunidad de agarrar una plaza. En teoría, desde que Bomberos de Tijuana pasó a formar parte de la Secretaría de Desarrollo Social les va un poco mejor a los salvavidas, aunque si usted anda en la playa y por casualidad se le ocurre platicar con uno de estos jóvenes rescatistas, sin duda le contará que pasan las de Caín y que si trabajan en eso, es por vocación y no por salario. Su equipamiento tampoco está para presumir, pues si bien les renovaron algunas cuatrimotos, los puestos de vigía que tenían para vigilar la playa yacen carcomidos por la humedad y el salitre. Bien haría la Comuna en apapacharlos más, pues bravas como son las aguas del Pacífico, se necesita mucha valentía para enfrentarlas.