Un desvarío derramado en la barra del Terrazas Vallarta un 19 de noviembre
Hasta la odiosa comparación ha sido desterrada por inoportunismo extremo. Y es que ceder a la bucólica tentación de emitir comparaciones entre el Moldava checo y el Pacífico bajacaliforniano me resulta una suerte de ocio mentecato, al grado que ni siquiera en un templo geográfico tan odiosamente específico (y conste que hablamos por desgracia de geografía política) es bienvenido semejante disparate. Lo demás es historia. Sí, sí, yo se. Podría confraternizar, derramar una lagrimilla en honor de mis botas de toro texano que pisaron el adoquín del Karlova Most, el pasto en Versalles y las mil y un escaleras eléctricas de insoportables aeropuertos. Podría eructar una oda a la manga corta, al Sol que pega macizo y de frente, a la abundancia de de limones y salsa, a la cerveza de 20 pesos, más cara que la checa y más barata que la austriaca. , la redención jamás encontrada, chapoteando en las profundidades de solitarios tarros. Podría, sí, pero ahora resulta que se me antoja, que la soledad no se lleva bien conmigo estar tarde y ya estoy por caer en la tentación de fumarme un faro o algo parecido y tratar de ir en busca de verdades absolutas y chingaderas por el estilo.
Hasta la odiosa comparación ha sido desterrada por inoportunismo extremo. Y es que ceder a la bucólica tentación de emitir comparaciones entre el Moldava checo y el Pacífico bajacaliforniano me resulta una suerte de ocio mentecato, al grado que ni siquiera en un templo geográfico tan odiosamente específico (y conste que hablamos por desgracia de geografía política) es bienvenido semejante disparate. Lo demás es historia. Sí, sí, yo se. Podría confraternizar, derramar una lagrimilla en honor de mis botas de toro texano que pisaron el adoquín del Karlova Most, el pasto en Versalles y las mil y un escaleras eléctricas de insoportables aeropuertos. Podría eructar una oda a la manga corta, al Sol que pega macizo y de frente, a la abundancia de de limones y salsa, a la cerveza de 20 pesos, más cara que la checa y más barata que la austriaca. , la redención jamás encontrada, chapoteando en las profundidades de solitarios tarros. Podría, sí, pero ahora resulta que se me antoja, que la soledad no se lleva bien conmigo estar tarde y ya estoy por caer en la tentación de fumarme un faro o algo parecido y tratar de ir en busca de verdades absolutas y chingaderas por el estilo.