La idealización de la pobreza
Uno de los clichés favoritos de izquierdistas, indigenistas y desadaptados diversos con vocación de luchadores sociales, es la idealización de la pobreza. Es muy común escucharlos afirmar y echarte en cara que no conoces una ciudad si no conoces sus colonias proletarias.
Desde hace muchos, muchísimos años que los escucho caer en ese lugar común. Ellos dicen que si no conoces a fondo los barrios y zonas marginadas de una ciudad, entonces no conoces dicha ciudad. Bajo esa óptica, las áreas donde sobrevive el lúmpen representan la realidad de una urbe y el resto significan falsedad, espejismo e ilusión de clasemedieros y aristócratas.
Coincido con mi amigo PG Beas en que la definición más idiota que se ha hecho sobre Tijuana en la blogósfera, es aquella que dice que la única Tijuana real es la Tijuana sin pavimento. Semejante nivel de romanticismo proletario me parecería en el mejor de los casos muy cómico por su grado de inocencia o absolutamente patético por su lamentable intención. En todo caso, un comentario que adolece de una incurable idiotez.
Tan limitada y parcial es la visión de un aristócrata cuyo recorrido por Tijuana se limita a salir de la Chapultepec para cruzar por línea Sentri e ir a Fashion Valley, que la visión de un inmigrante guerrerense que habita en un tejabán del Nido de las Águilas y conoce únicamente el camino de la maquiladora a su barrio.
Idealizar la Tijuana sin pavimento como si se tratase de una suerte de territorio donde reina la autenticidad y el verdadero espíritu del pueblo me parece una insoportable cursilería.
Máxime si tomamos en cuenta que la enorme mayoría la gente que vive en la actual Tijuana sin pavimento, son inmigrantes recién llegados de otros estados que se quedaron atrapados en Tijuana como salmones varados en rocas del río, cuando iban en busca del sueño americano. Los habitantes de la idílica Tijuana sin pavimento son tipos que llegaron de Sinaloa, de Michoacán, de Oaxaca, de Guerrero, de Nayarit o de Puebla con una mano adelante y otra atrás y establecieron sus cimientos de llantas en laderas de cerros desgajados. Habitan zonas de alto riesgo y son un perpetuo dolor de cabeza para las autoridades de Protección Civil que cada que hay una lluvia se preocupan por salvar sus vidas y evacuarlos. Habitan terrenos irregulares, se cuelgan de la electricidad, lo que causa frecuentes y tristes casos de tejabanes quemados con niños adentro y además son pasto de líderes corruptos que los estafan prometiéndoles la regularización de sus tierras. Nadie me lo ha contado. Para mí es pan de cada día cubrir esos conflictos. No pasa semana sin que me tope con alguno.
No creo que esa gente ame a Tijuana o conozca un mínimo de su historia. Son parte de la realidad tijuanense por que existen, pero sería una falsedad decir que eso y sólo eso es Tijuana. Creer que existe la Tijuana real es una idiotez. También Real del Mar, la Hipódromo y Playas de Tijuana son reales, les juro que existen y pertenecen a este bello municipio. Y por cierto, creo que si a cualquier persona del Pedregal de Santa Julia le dieran la opción de cambiarse a vivir a Playas, no lo pensaría dos veces para largarse de ahí cuanto antes. ¿O acaso creen que viven ahí por elección?
Por lo demás, como reportero que soy me ha tocado ir con relativa frecuencia a muchos de los más apartados rincones de Tijuana y platicar directamente con la gente que los habita. Conozco La Morita, conozco El Niño, conozco la Nuevo Milenio, la 3 de Octubre, la enorme Sánchez Taboada, la Salvatierra, el Pípila, el Tecolote y tantas y tantas colonias más y les juro que eso no es la única Tijuana y también les aseguro que hay Tijuanas más bonitas.
Uno de los clichés favoritos de izquierdistas, indigenistas y desadaptados diversos con vocación de luchadores sociales, es la idealización de la pobreza. Es muy común escucharlos afirmar y echarte en cara que no conoces una ciudad si no conoces sus colonias proletarias.
Desde hace muchos, muchísimos años que los escucho caer en ese lugar común. Ellos dicen que si no conoces a fondo los barrios y zonas marginadas de una ciudad, entonces no conoces dicha ciudad. Bajo esa óptica, las áreas donde sobrevive el lúmpen representan la realidad de una urbe y el resto significan falsedad, espejismo e ilusión de clasemedieros y aristócratas.
Coincido con mi amigo PG Beas en que la definición más idiota que se ha hecho sobre Tijuana en la blogósfera, es aquella que dice que la única Tijuana real es la Tijuana sin pavimento. Semejante nivel de romanticismo proletario me parecería en el mejor de los casos muy cómico por su grado de inocencia o absolutamente patético por su lamentable intención. En todo caso, un comentario que adolece de una incurable idiotez.
Tan limitada y parcial es la visión de un aristócrata cuyo recorrido por Tijuana se limita a salir de la Chapultepec para cruzar por línea Sentri e ir a Fashion Valley, que la visión de un inmigrante guerrerense que habita en un tejabán del Nido de las Águilas y conoce únicamente el camino de la maquiladora a su barrio.
Idealizar la Tijuana sin pavimento como si se tratase de una suerte de territorio donde reina la autenticidad y el verdadero espíritu del pueblo me parece una insoportable cursilería.
Máxime si tomamos en cuenta que la enorme mayoría la gente que vive en la actual Tijuana sin pavimento, son inmigrantes recién llegados de otros estados que se quedaron atrapados en Tijuana como salmones varados en rocas del río, cuando iban en busca del sueño americano. Los habitantes de la idílica Tijuana sin pavimento son tipos que llegaron de Sinaloa, de Michoacán, de Oaxaca, de Guerrero, de Nayarit o de Puebla con una mano adelante y otra atrás y establecieron sus cimientos de llantas en laderas de cerros desgajados. Habitan zonas de alto riesgo y son un perpetuo dolor de cabeza para las autoridades de Protección Civil que cada que hay una lluvia se preocupan por salvar sus vidas y evacuarlos. Habitan terrenos irregulares, se cuelgan de la electricidad, lo que causa frecuentes y tristes casos de tejabanes quemados con niños adentro y además son pasto de líderes corruptos que los estafan prometiéndoles la regularización de sus tierras. Nadie me lo ha contado. Para mí es pan de cada día cubrir esos conflictos. No pasa semana sin que me tope con alguno.
No creo que esa gente ame a Tijuana o conozca un mínimo de su historia. Son parte de la realidad tijuanense por que existen, pero sería una falsedad decir que eso y sólo eso es Tijuana. Creer que existe la Tijuana real es una idiotez. También Real del Mar, la Hipódromo y Playas de Tijuana son reales, les juro que existen y pertenecen a este bello municipio. Y por cierto, creo que si a cualquier persona del Pedregal de Santa Julia le dieran la opción de cambiarse a vivir a Playas, no lo pensaría dos veces para largarse de ahí cuanto antes. ¿O acaso creen que viven ahí por elección?
Por lo demás, como reportero que soy me ha tocado ir con relativa frecuencia a muchos de los más apartados rincones de Tijuana y platicar directamente con la gente que los habita. Conozco La Morita, conozco El Niño, conozco la Nuevo Milenio, la 3 de Octubre, la enorme Sánchez Taboada, la Salvatierra, el Pípila, el Tecolote y tantas y tantas colonias más y les juro que eso no es la única Tijuana y también les aseguro que hay Tijuanas más bonitas.