Eterno Retorno

Saturday, July 30, 2005

Historia abreviada de la literatura portátil
Enrique Vila Matas
Anagrama

Por Daniel Salinas Basave


Una ficción sobre la ficción o una burla deliciosa. Esa es la conclusión trás leer la Historia aberviada de la literatura portátil del catalán Enrique Vila Matas.
Vaya, es de esas veces en que uno como lector se divierte al ver como el narrador se la pasa tomándole el pelo.
Existe la posibilidad de meterse al canal de Vila Matas y tomarse este libro como una historia de cómo se escribieron historias o un rompecabezas que coquetea con el surrealismo.
Pero también pude leerse de principio a fin como un compendio en burla de la literatura de principios de siglo, un anecdotario de absurdos y casualidades atiborrado de más licencias poéticas que de verdades.
Todo comenzó, advierte el catalán, a fines del invierno de 1924, sobre el peñasco el que Nietzsche había tenido la intuición del Eterno Retorno, cuando el escritor ruso Andrei Biely sufrió una crisis nerviosa al experimentar el ascenso irremediable de las lavas del superconsciente.
Aquel mismo día y a esa misma hora, nos dice Vila Matas, a no mucha distancia de allí, el músico Edgar Varese caía repentinamente del caballo cuando, parodiando a Apollinaire, simulaba que se preparaba para ir a la guerra.
Esas dos escenas, nos dice el catalán, fueron los pilares sobre los que se edificó la hisotria de la literatura portátil.
Es así como el narrador nos lleva de la mano hasta introducirnos en el absurdo y juguetón universo de la conspiración shandy, o sociedad secreta de los portátiles, organización fundada en 1924 en la desembocadura del Río Níger y disuelta años después en medio del escándalo en Sevilla.
En la alineación del equipo shandy, encontrará usted nombres como García Lorca, César Vallejo, Walter Benjamín, Berta Bocado, Rita Malú y Scott Fitzgerald, por mecionar algunos.
Lo único que se exige para entrar al equipo de los conspiradores shandy es tener una obra artística portatil que quepa fácilmente en una maleta de mano y bueno, de una vez también se sugiere una sexualidad extrema y de preferencia ausencia de grandes propósitos, un poco de insolencia y vocación de nómada.
Aunque más que artistas, los shandys se consideran artesanos aferrados a la individualidad pero unidos por quién sabe que capricho del viento.
Vistos los requisitos, ya podrá usted imaginarse como es la sociedad secreta de los shandys, que recorren la Europa de los años veintes pariendo proyectos imposibles, como el libro absoluto, el libro de los libros, que incluya a todos en un arquetipo platónico.
Un libro que se sugiere leer cuando usted se encuentre en un estado de humor ligero y tolerante, sin tomarse demsadiado en serio a uno mismo. Vaya, hay que desterrar toda vocación dramática, pues uno acaba por convertirse un poco en un ñoño shandy cuando al cabo de una sentada, se lee de corrido las 122 páginas de este atípico ejemplar portatil.