Periodismo rascuache
El asunto de mi infracción me dejó pensando. Tal parece que hay una teoría que puede aplicarse a la materia como si de una ciencia exacta se tratara: El grado de prepotencia de un periodista es inversamente proporcional a la calidad del medio que representa. En serio, los tipos que representan a pasquines más rascuaches o a periódicos pordioseros que sobreviven de chayotes miserables, suelen ser un modelo de arrogancia. Me dan una risa. Van los pobres tlacuaches a bordo de sus carritos irremediablemente chocolates, terriblemente chuecos, cayéndose en pedazos, pero en lugar de un letrero de Anapromex, traen una enorme calca que dice en letras gigantes PRENSA. Atiborran el parabrisas de credenciales y acreditaciones de giras presidenciales de tiempos de Echeverría y López Portillo y dan por hecho que con sus charolas tienen derecho a un trato especial que los hace inmunes a cualquier acción de la autoridad. Es el colmo de lo patético. Si a uno de estos tipos lo llega a parar un policía, lo amenazan con correrlo gracias a sus contactos y amagan con periodicazos crueles (periodicazo, como odio esa palabra. Hasta donde se un periodicazo sirve para matar moscas y nada más) Si tocas con el pétalo de una rosa a estos tlacuachones de la información, de inmediato aseguran que es una agresión contra periodistas.
Cuídense ustedes de molestar a un pasquinero rascuache, pues los amenazará con catástrofes apocalípticas y maldiciones que alcanzarán a sus familiares hasta cinco generaciones. También los acusarán con echarles al gremio en contra. Así le dicen los pasquineros y los chayoteros. El gremio. Háganme ustedes el pinche favor. A ellos les gusta decir que son parte de un gremio. Hasta tienen una disqueasociación ellos, la cual pega un grito cada que algo le pasa a sus sacrosantos miembros. Así se las gastan esos tipejos que dicen ser mis colegas.
El asunto de mi infracción me dejó pensando. Tal parece que hay una teoría que puede aplicarse a la materia como si de una ciencia exacta se tratara: El grado de prepotencia de un periodista es inversamente proporcional a la calidad del medio que representa. En serio, los tipos que representan a pasquines más rascuaches o a periódicos pordioseros que sobreviven de chayotes miserables, suelen ser un modelo de arrogancia. Me dan una risa. Van los pobres tlacuaches a bordo de sus carritos irremediablemente chocolates, terriblemente chuecos, cayéndose en pedazos, pero en lugar de un letrero de Anapromex, traen una enorme calca que dice en letras gigantes PRENSA. Atiborran el parabrisas de credenciales y acreditaciones de giras presidenciales de tiempos de Echeverría y López Portillo y dan por hecho que con sus charolas tienen derecho a un trato especial que los hace inmunes a cualquier acción de la autoridad. Es el colmo de lo patético. Si a uno de estos tipos lo llega a parar un policía, lo amenazan con correrlo gracias a sus contactos y amagan con periodicazos crueles (periodicazo, como odio esa palabra. Hasta donde se un periodicazo sirve para matar moscas y nada más) Si tocas con el pétalo de una rosa a estos tlacuachones de la información, de inmediato aseguran que es una agresión contra periodistas.
Cuídense ustedes de molestar a un pasquinero rascuache, pues los amenazará con catástrofes apocalípticas y maldiciones que alcanzarán a sus familiares hasta cinco generaciones. También los acusarán con echarles al gremio en contra. Así le dicen los pasquineros y los chayoteros. El gremio. Háganme ustedes el pinche favor. A ellos les gusta decir que son parte de un gremio. Hasta tienen una disqueasociación ellos, la cual pega un grito cada que algo le pasa a sus sacrosantos miembros. Así se las gastan esos tipejos que dicen ser mis colegas.