La nobleza de los vinos europeos
Entre los grandes catadores y amantes del espíritu de la vid, existe la teoría de que un buen vino no debe producir nada parecido a la cruda ni al dolor de cabeza. Quien bebe un buen vino, debe levantarse con la cabeza despejada sin ningún tipo de secuela estomacal y ni el más mínimo síntoma de resaca.
Anoche escuchaba a un profesor pronunciar esa teoría. Este señor, amante de los vinos franceses y detractor de los productos bajacalifornianos, sostiene que sus experiencias el elíxir de la tierra ensenadense le han dejado por herencia dolores de cabeza y malestares diversos. Para decirlo en palabras simples, sostiene el profesor que los vinos de Ensenada son malos, lo cual se pone en evidencia por la tremenda cruda que provocan, mientras que los buenos vinos europeos pasan por tu organismo sin dejar otra huella que no sea su excelente retrogusto en el paladar.
Confieso que en un principio consideré exagerada e infundamentada la teoría, peor lo cierto es que anoche estuvimos bebiendo vinos franceses e italianos en la casa de este señor hasta altas horas de la noche. Me dormí casi a las dos de la mañana, luego de haber descorchado cuatro botellas procedentes del Viejo Continente. Tuve apenas cuatro horas de sueño y sin embargo, debo confesar que empiezo a creer esta teoría eurocentrista. Y es que en honor a la verdad, hoy es lunes no me siento ni siquiera un poquito crudo. Es más, diría incluso que me siento muy bien. Ni rastro de las copas de vino que entraron a mi organismo? Será cierto que los vinos europeos poseen esa nobleza y los americanos no? Lo cierto es que hoy me siento bien. Pero aún así, yo me muero en la raya y me envuelvo en la bandera con mis vinos ensenadenses y su cruda.
Entre los grandes catadores y amantes del espíritu de la vid, existe la teoría de que un buen vino no debe producir nada parecido a la cruda ni al dolor de cabeza. Quien bebe un buen vino, debe levantarse con la cabeza despejada sin ningún tipo de secuela estomacal y ni el más mínimo síntoma de resaca.
Anoche escuchaba a un profesor pronunciar esa teoría. Este señor, amante de los vinos franceses y detractor de los productos bajacalifornianos, sostiene que sus experiencias el elíxir de la tierra ensenadense le han dejado por herencia dolores de cabeza y malestares diversos. Para decirlo en palabras simples, sostiene el profesor que los vinos de Ensenada son malos, lo cual se pone en evidencia por la tremenda cruda que provocan, mientras que los buenos vinos europeos pasan por tu organismo sin dejar otra huella que no sea su excelente retrogusto en el paladar.
Confieso que en un principio consideré exagerada e infundamentada la teoría, peor lo cierto es que anoche estuvimos bebiendo vinos franceses e italianos en la casa de este señor hasta altas horas de la noche. Me dormí casi a las dos de la mañana, luego de haber descorchado cuatro botellas procedentes del Viejo Continente. Tuve apenas cuatro horas de sueño y sin embargo, debo confesar que empiezo a creer esta teoría eurocentrista. Y es que en honor a la verdad, hoy es lunes no me siento ni siquiera un poquito crudo. Es más, diría incluso que me siento muy bien. Ni rastro de las copas de vino que entraron a mi organismo? Será cierto que los vinos europeos poseen esa nobleza y los americanos no? Lo cierto es que hoy me siento bien. Pero aún así, yo me muero en la raya y me envuelvo en la bandera con mis vinos ensenadenses y su cruda.