Historias de brujas medievales
Ángeles de Irisarri
Booket
Por Daniel Salinas Basave
Con buen sabor de boca e inocultable sonrisa concluyo la lectura de los seis relatos que conforman Historias de brujas medievales, de la aragonesa Ángeles de Irisarri.
Cuando lo encontré en la Feria del Libro de Tijuana, no sabía a ciencia cierta qué podía esperar de este ejemplar que despertó mi curiosidad desde el principio.
Lo cierto es que al concluir la lectura de estas historias, uno queda impregnado de un olor a Lazarillo de Tormes o a Buscón Don Pablos.
Vaya, el libro de Irisarri es un digno ahijado de la tradición picaresca española y es capaz de derrochar ironía e ingenio.
Historias de brujas medievales está conformado por seis relatos cuya extensión anda en las 60 páginas en promedio.
Todos los relatos tratan sobre mujeres, medio brujas, medio pícaras, que oscilan entre la magia y el descarado embuste.
El entorno de los seis relatos es invariablemente la España medieval y aunque no pretende ni por asomo emparentarse con la novela histórica, Irisarri se permite mostrar como telón de fondo algunos episodios de la reconquista y los conflictos entre los reinos aragonés y castellano.
El nectar de este libro, ni duda cabe, es el lenguaje de Irisarri, fiel en los seis relatos al español antiguo y a la estructura típica de un Quevedo o un Cervantes.
Claro que podría pensarse que por tratarse de cuentos de brujas, la obra está emparentada con la literatura gótica o las historias de terror, lo cual es erróneo, pues si bien en todos los relatos la autora plantea la resolución de un misterio, el elemento terror o angustia no aparece nunca y sí en cambio un constante sarcasmo.
La cacería maldita, Entre Dios y el Diablo, El aquelarre, La meiga, El collar del Dragón y Dalanda la santiguadora son los títulos de las seis historias que conforman el libro.
En la primera, un conde desaparece misteriosamente en un bosque al perseguir a un jabalí y su mujer se da a la tarea de buscarlo desesperadamente ayudada por dos brujas.
En la segunda, una vieja santiguadora se ve obligada a transformarse en maestra del gobernador de Burgos, obsesionado por aprender a volar.
El aquelarre, sin duda la más fuerte de las seis historias, trata sobre tres mujeres que por azares del destino coinciden en un sabbat en la Noche de San Juan.
La meiga trata sobre una bruja gallega que en compañía de un extraño duende o demoñejo, debe resolver un caso de licantropía.
El collar del Dragón es la única de las historias que se desarrolla en la España arábiga y trata sobre una hechicera que funge como esclava en el harem del califato de Córdoba.
La última historia trata sobre una curandera toledana a la que su fama lleva hasta el lecho de la Princesa de Noruega.
Además de la riqueza del lenguaje, la dimensión humana de los personajes es de resaltar, pues las brujas de Irisarri son ante todo mujeres que se las arreglan para ganarse la vida con unos cuantos trucos, una dosis de suerte y muchos embustes que hacen reir a cualquier lector.
Ángeles de Irisarri
Booket
Por Daniel Salinas Basave
Con buen sabor de boca e inocultable sonrisa concluyo la lectura de los seis relatos que conforman Historias de brujas medievales, de la aragonesa Ángeles de Irisarri.
Cuando lo encontré en la Feria del Libro de Tijuana, no sabía a ciencia cierta qué podía esperar de este ejemplar que despertó mi curiosidad desde el principio.
Lo cierto es que al concluir la lectura de estas historias, uno queda impregnado de un olor a Lazarillo de Tormes o a Buscón Don Pablos.
Vaya, el libro de Irisarri es un digno ahijado de la tradición picaresca española y es capaz de derrochar ironía e ingenio.
Historias de brujas medievales está conformado por seis relatos cuya extensión anda en las 60 páginas en promedio.
Todos los relatos tratan sobre mujeres, medio brujas, medio pícaras, que oscilan entre la magia y el descarado embuste.
El entorno de los seis relatos es invariablemente la España medieval y aunque no pretende ni por asomo emparentarse con la novela histórica, Irisarri se permite mostrar como telón de fondo algunos episodios de la reconquista y los conflictos entre los reinos aragonés y castellano.
El nectar de este libro, ni duda cabe, es el lenguaje de Irisarri, fiel en los seis relatos al español antiguo y a la estructura típica de un Quevedo o un Cervantes.
Claro que podría pensarse que por tratarse de cuentos de brujas, la obra está emparentada con la literatura gótica o las historias de terror, lo cual es erróneo, pues si bien en todos los relatos la autora plantea la resolución de un misterio, el elemento terror o angustia no aparece nunca y sí en cambio un constante sarcasmo.
La cacería maldita, Entre Dios y el Diablo, El aquelarre, La meiga, El collar del Dragón y Dalanda la santiguadora son los títulos de las seis historias que conforman el libro.
En la primera, un conde desaparece misteriosamente en un bosque al perseguir a un jabalí y su mujer se da a la tarea de buscarlo desesperadamente ayudada por dos brujas.
En la segunda, una vieja santiguadora se ve obligada a transformarse en maestra del gobernador de Burgos, obsesionado por aprender a volar.
El aquelarre, sin duda la más fuerte de las seis historias, trata sobre tres mujeres que por azares del destino coinciden en un sabbat en la Noche de San Juan.
La meiga trata sobre una bruja gallega que en compañía de un extraño duende o demoñejo, debe resolver un caso de licantropía.
El collar del Dragón es la única de las historias que se desarrolla en la España arábiga y trata sobre una hechicera que funge como esclava en el harem del califato de Córdoba.
La última historia trata sobre una curandera toledana a la que su fama lleva hasta el lecho de la Princesa de Noruega.
Además de la riqueza del lenguaje, la dimensión humana de los personajes es de resaltar, pues las brujas de Irisarri son ante todo mujeres que se las arreglan para ganarse la vida con unos cuantos trucos, una dosis de suerte y muchos embustes que hacen reir a cualquier lector.