Tedio total
Cada que pienso en el circo político que se avecina en 2006 me invade un tedio y un desgano insoportable. Cuando caigo en la cuenta de lo poco que falta para la degradante pantomima electoral que se nos viene encima, no puedo menos que sentir lástima por México, por sus ciudadanos, por mí. ¿Quién necesita todo esto? Todo vestigio de euforia política ha muerto en mí. Hace 11 y 17 años años, allá por 1994 y 1988, me emocionaba con el seguimiento de cada uno de los actos del Gran Teatro Nacional. El EZLN, los magnicidios, el fraude electoral, las manifestaciones, la grilla. Los años de transición presidencial se me hacían divertidos, le rompían la monotonía a las noticias y me hacían imaginar una gran sacudida social que cambiaría de una buena vez por todas a este país. Bien se ve que me he convertido en un adulto. Hoy con solo imaginar la cantidad de tinta, saliva y cinta que se gastará en el seguimiento de una parodia absurda, ridícula e inútil, no puedo menos que deprimirme. Lo único que nuestra economía se afecte lo menos posible, que nos dejen trabajar en paz y que México salga avante a pesar de la ambición carnicera de sus políticos.
Nada bueno puede aguardarnos. No cabe duda que los extremos y los radicalismos han vuelto a la palestra. El ala más corrupta y dinosauria del PRI con Madrazo a la cabeza es la que se perfila como gran ganadora, mientras que el ala más conservadora, mojigata e intolerante del PAN es nuestra otra opción. Putísima madre, que país. Con decirles que estos días he estado empezando a pensar un poco más seriamente en lo de mover los trámites para ver si alcanzo la nacionalidad española.
Cada que pienso en el circo político que se avecina en 2006 me invade un tedio y un desgano insoportable. Cuando caigo en la cuenta de lo poco que falta para la degradante pantomima electoral que se nos viene encima, no puedo menos que sentir lástima por México, por sus ciudadanos, por mí. ¿Quién necesita todo esto? Todo vestigio de euforia política ha muerto en mí. Hace 11 y 17 años años, allá por 1994 y 1988, me emocionaba con el seguimiento de cada uno de los actos del Gran Teatro Nacional. El EZLN, los magnicidios, el fraude electoral, las manifestaciones, la grilla. Los años de transición presidencial se me hacían divertidos, le rompían la monotonía a las noticias y me hacían imaginar una gran sacudida social que cambiaría de una buena vez por todas a este país. Bien se ve que me he convertido en un adulto. Hoy con solo imaginar la cantidad de tinta, saliva y cinta que se gastará en el seguimiento de una parodia absurda, ridícula e inútil, no puedo menos que deprimirme. Lo único que nuestra economía se afecte lo menos posible, que nos dejen trabajar en paz y que México salga avante a pesar de la ambición carnicera de sus políticos.
Nada bueno puede aguardarnos. No cabe duda que los extremos y los radicalismos han vuelto a la palestra. El ala más corrupta y dinosauria del PRI con Madrazo a la cabeza es la que se perfila como gran ganadora, mientras que el ala más conservadora, mojigata e intolerante del PAN es nuestra otra opción. Putísima madre, que país. Con decirles que estos días he estado empezando a pensar un poco más seriamente en lo de mover los trámites para ver si alcanzo la nacionalidad española.