Eterno Retorno

Wednesday, March 16, 2005

Fauna de Palacio

Podría elaborar un bestiario al puro estilo de Arreola o Cortázar sobre la fauna más pintoresca que pulula por Palacio Municipal. A lo largo de todos los años que llevo acudiendo regularmente a ese inmueble, hay tipos a los que veo casi a diario y que en teoría no tienen oficio ni beneficio, aunque sin duda algo logran exprimir de las ubres públicas, pues pasan la vida metidos ahí. Corruptos lidersuchos sociales de poca monta, eternos denunciantes ante Sindicatura, promotores de quién sabe que causas, pasquineros cazadores de indignos chayotes miserables, argüenderas doñas de colonia popular expertas en vacunar los presupuestos de los regidores, fotógrafos matusalénicos con cámaras paleolíticas haciendo antesala en las oficinas de los funcionarios, eternos comisarios sindicales que duermen la mano en el diván de su plaza de burócrata. Esa es la fauna de Palacio Municipal. Muy a menudo, por no decir a diario, alguno de estos seres se acerca a mí para ofrecerme un cigarro y pedirme un favor. Oye, fíjate que traigo un asuntito en Sindicatura, que me retiraron mi permiso de vendedor ambulante, que a mi hijo lo golpearon unos policías, que el Alcalde me prometió chamba y no me ha cumplido ¿No me podrías echar la mano con una notita?
Que karma el mío. Nada me genera más tedio que tratar de quitármelos diplomáticamente de encima y mandarlos sutilmente a chingar a sus madres. El 95% de las cosas que me platican no me sirven de un carajo ni tienen el más mínimo valor noticioso, pero ah como me quitan tiempo.


Mi incurable vicio

En lugar de invertir mi dinero en un nuevo celular, sigo sucumbiendo a mi vicio de comprar libros compulsivamente. Ahora he comprado una Enciclopedia Ilustrada de la Mitología Universal. Un bonito libro sin duda, bastante grande que no salió tan caro (275 pesos)
Bellas ilustraciones e información de lo más diversa es la que se puede encontrar en este ejemplar que aborda lo mismo la mitología sumeria, hitita, egipcia, griega por supuesto, celta, nórdica, caribeña y centro y sudamericana.
¿Alguien puede rehabilitarme de este maligno vicio?

Discos y libros

En estos momentos escucho un disquito de los italianos Rhapsody, concretamente el Power of The Dragon Flame. Toda una odisea medieval de elfos, dragones, caballeros y reyes.
Del nuevo disco de Judas Priest, la rola Judas is Rising se ha transformado en el himno de estos días
Las más Macarbras de las Vidas de Eskorbuto ha renacido mi pasión por la deliciosa decadencia de estos bilbaínos y se convierte en Soundtrack de Primavera.
Hoy por la mañana me di una escapada de Palacio a la Biblioteca Benito Juárez y me puse a releer La región más transparente. Puedes pensar lo que quieran de Carlos Fuentes, pero aunque lo odies, deberás reconocer que esa es una señora novelona.

Rodolfo Cruz

Hoy fue cumpleaños de mi amigo Rodolfo Cruz. Lo llamé a México DF para felicitarlo. Cuando hablas con los amigos de la adolescencia caes en la cuenta de lo que significa el paso de los años. Al Rudy lo conocí a los 15 años, es decir, exactamente a la mitad de mi existencia. La vida parece tener demasiada prisa por irse corriendo a quién sabe donde. Lo cierto es que sólo cuando hablas con la gente del pasado te das cuenta del océano de tiempo que te separa de ciertas épocas. Por el Rodolfo yo comencé a escuchar punk y hard core (antes yo sólo escuchaba heavy metal clásico y aún no descubría los placeres de los ritmos punketos) y a acudir a las tocadas de bandas como Massacre 68, Atóxxxico, por no hablar de las ya míticas apariciones de La Polla Records y Eskorbuto al inicio de los 90. El Rudy hizo algo que yo siempre hubiera querido hacer: Estudiar Historia. Bueno, digamos que yo estudio historia todos los días como autodidacta, pero jamás acudí a una universidad y para el caso la carrera que estudié jamás me dado por aplicarla y en mi vida laboral más que estudios se requiere malicia y sentido común que estudios. Con el Rodolfo conocí también las costas oaxaqueñas en el ya lejano 91, cuando yo iba a morir ahogado en Zicatela. Y sí, ya se que suena como cliché, pero me parece que fue ayer.

Títulos nobiliarios

Por cierto, la otra vez, concretamente el domingo, dentro de las páginas de un libro ( de José Agustín by the way), me encontré con mi cédula profesional que me acredita como Licenciado en Ciencias Jurídicas. Tanto que se rompe la madre la gente por conseguir ese papelucho enmicado y yo la tenía arrumbada dentro de un librajo que hacía años no abría. En verdad había olvidado dónde la tenía e incluso había olvidado que la tenía. Y pensar que hay gente que le da suprema importancia al hecho de ser licenciado. Ja, como si se tratara de un estúpido título nobiliario. Uno de los complejos más estúpidos dentro de la galería de estupideces de la clase media mexicana eso de referirse a la gente como Licenciado, Ingeniero, Arquitecto. Tradición servil. Cuando alguien me dice licenciado Salinas hasta me da risa y tiendo a pensar que me están bromeando. Y sin embargo, desde hace más de ocho años que soy oficialmente un licenciado cuya cédula está debidamente registrada. Que risa. Mucha gente piensa que malgasto mi vida en este negocio de los medios de comunicación. Que ya estaría cagando la lana si me dedicara a la abogacía. Carajo, como si un título fuera mágico para abrirte las puertas y traerte fortunas. Conozco muchos abogados desempleados o muertos de hambre y yo en esto del siempre matado e ingrato periodismo no se puede decir que sea precisamente un pobre.


Billete de dos dólares

Me he vuelto supersticioso. Bueno, en realidad siempre lo he sido para ser honesto. Ya se que es una contradicción en alguien que se proclama ateo, pero así es esta vida de absurda. La cuestión es que desde hace más de cuatro años yo cargaba en la cartera un billete de dos dólares. Ese billete me lo dio de cambio el taxista que me llevó desde San Ysidro al Aeropuerto de San Diego en septiembre de 2001, justo cuando me marchaba a Nueva York a recoger los periodísticos escombros de las torres gemelas. Lo interpreté como una señal de buena suerte para el difícil viaje que me aguardaba y decidí conservarlo. Desde entonces había conservado ese billete. Dicen que es bueno para la buena fortuna económica. Y bueno, nunca he sido rico ni mucho menos, pero la realidad es que hace mucho tiempo que mi situación económica es cómoda y no he pasado apuros de ningún tipo. Pues bien, al momento en que escribo esto, mi billete de dos dólares está en manos de una persona que no es precisamente pobre y no necesita fortuna económica, pues ya nació chapoteando en dinero. Me refiero al alcalde Jorge Hank Rhon. Resulta que por una situación que es larga de explicar, yo le enseñé el billete en la mañana y él inmediatamente lo tomó en sus manos, se persignó y se lo guardó. Primero pensé que se trataba de una broma y que me lo regresaría. Pero los minutos pasaron y después el Alcalde se metió a su oficina y mi billete se quedó en sus manos. Ahora me siento desprotegido. Perdí mi ojo de venado, cantaré como Caifán. Últimamente todo lo interpreto como una señal.