Sí, de vez en cuando me posee el espíritu de Ciorán y esas pinches ganas de escupir sobre todo. Me suele suceder cuando voy a la Plaza Río en época navideña. Mi espíritu es susceptible de afectarse ante tan apocalíptico cuadro.
Pero no os vayais con la finta. Lo juro. No estoy furioso. No estoy enojado. De hecho, tengo que confesarlo: Estoy contento. Y eso que en la Navidad se celebra el cumpleaños de un dios en el que no creo y sin embargo, traigo cierto espíritu de cariño, de no hay pedo, de acepto tu abrazo aunque sepa que es hipócrita. No importa que mi cuerpo se haya declarado en rebelión y haya confesado públicamente que ya no me quiere, que me guarda rencor por tantas malas pasadas, noches en vela, jarras de vino, comidas a deshoras, trabajos forzados, deseos mutilados, orgías de razonamientos estériles. Mi cuerpo y yo ya no nos llevamos. Pero yo me deleito haciendo quién sabe que cosas y vuelvo a ser feliz.
Pero no os vayais con la finta. Lo juro. No estoy furioso. No estoy enojado. De hecho, tengo que confesarlo: Estoy contento. Y eso que en la Navidad se celebra el cumpleaños de un dios en el que no creo y sin embargo, traigo cierto espíritu de cariño, de no hay pedo, de acepto tu abrazo aunque sepa que es hipócrita. No importa que mi cuerpo se haya declarado en rebelión y haya confesado públicamente que ya no me quiere, que me guarda rencor por tantas malas pasadas, noches en vela, jarras de vino, comidas a deshoras, trabajos forzados, deseos mutilados, orgías de razonamientos estériles. Mi cuerpo y yo ya no nos llevamos. Pero yo me deleito haciendo quién sabe que cosas y vuelvo a ser feliz.