Mi bloomsday (Ulises Salinas Basave)
16 de junio de 2004. Ufff. Vaya que ha sido largo mi Bloomsday. No sé si podría escribir mi Ulises particular sobre este día, pero vaya que ha tenido páginas.
Por causa de los ladridos de Morris y mi mis repentinos despertares, la noche no fue todo lo placentera y reparadora que yo hubiera deseado.
A las 6:00 a.m. como sucede todas las mañanas de entre semana, el agua de la regadera saludó a mi rostro y me sacó de los reinos de Morfeo.
Un 16 de junio de 1904 en la hermosa Ciudad de Dublín, República de Irlanda, un señor llamado Leopold Bloom se puso a caminar por las calles y sus pasos escribieron el día más largo de la literatura universal. Por alguna suerte de espíritu chocarrero de un Joyce travieso, este día del centenario ha sido largo y agotador.
Por desgracia, no estuve en Dublín bebiendo un delicioso tarro de Guiness entre prados de tréboles y cruces celtas. No señores. Estuve en la fronteriza ciudad de Tijuana, la que recorro todos los días, en ocasiones varias veces, de Este a Oeste. A las 7:15 de la mañana corríamos por la carretera escénica. El Sueño Stereo de Soda ambientaba la mañana (por consideración a Carolina no pongo extreme metal cuando salimos de casa por la mañana) Cielo nublado, mar en calma, islas ocultas. Poco tráfico en la Internacional, más o menos en la Vía Rápida, exceso de calafias en Insurgentes, vamos bajando a buena velocidad por la Rampa Cetys listos para dar vuelta en paseo Guaycura rumbo al trabajo de Carolina cuando en eso PUMMM. Se escucha un pinche tronido de aquellos seguido de un descontrol en la marcha. Flap, flapl, flarrrchhh. Llanta totalmente reventada. Hay un demonio chocarrero que siempre me juega malas pasadas, pero este demonio es buena onda. Me hace la maldad pero de la forma más suave posible. El espíritu chocarrero, o él ángel guardián que nos cuida, tuvo a bien poner una llantera justo a unos metros de donde se reventó el neumático. A como pude y a puro golpe de rin avancé los metros que me separaban de la vulca. Parche de lona, 50 pesitos y 15 minutos de retraso. De los males el menor. Tomen en cuenta que todos los días recorro más de 22 kilómetros de carretera, a más de 75 millas por hora, muchas ocasiones a la media noche, como sucederá dentro de un momento. Por fortuna la llanta reventó en el lugar menos peligroso. Carol tomó un taxi libre a su trabajo y yo esperé la reparación de la llanta. A toda velocidad a mi trabajo con el Brave New World de Iron Maiden a todo volumen. 8:45. Junta de planeación. Vaya día el que nos espera. Una mañana improductiva. En Gobierno del Estado no me resuelven un carajo de las peticiones de información que les hago. Grecia le hace sudar la gota gorda a España. Vaya defensa molesta. Portugal prende la velita de la esperanza y Cristiano Ronaldo nos regala mínimos chispazos de magia. Voy a comprar una llanta nueva al Costco. 800 pesitos hieren mi regio codo. Desde hace rato traigo ganas de escuchar en el carro el And Justice For All de Metallica, pero resulta que sólo lo tengo en casete, ejemplar que por cierto robé de una Suburbia en el DF algún día del verano de 1989, bicentenario de la Revolución Francesa, a mis 15 años de edad, robo que me costó una buena persecución de la que salí bien librado. Tenía ganas de escuchar One, Blackened y al medio día caí a la tienda de discos usados que está en Ermita y Díaz Ordaz, donde lo miré en días pasados, pero mierda, otro metalero nostálgico lo llevó. Nomás de puro coraje me llevé uno de éxitos The Cult. She sells Sanctuary, Fire Women, Sweet Soul Sister. Puro Cult. Otra junta más en la tarde para afinar la supercobertura del debate de los candidatos. Me lanzo al Campestre con mi colega Villegas. El Bulevar está atiborrado de porras de panaderos y tricolores que agitan sus banderas.
Entre duelos de porras que estuvieron muy cerca de llegar a los golpes, interrupciones reiteradas y un apagón de 33 minutos, los candidatos del PAN, PRI y PRD a la alcaldía de Tijuana afrontaron el debate organizado por la Coparmex.
Eran las 19:37 horas, cuando el Club Campestre quedó a oscuras cuando el candidato panista Jorge Ramos estaba respondiendo una pregunta de la perredista Martha Patricia Ramírez.
Una aparente falla en los transformadores de la Comisión Federal de Electricidad producida por el choque de un globo contra dos cables produjo un apagón.
En medio de la confusión y el desorden y ante una temperatura que iba en aumento por la falta de aire acondicionado, los tres candidatos debieron aguardar 33 minutos a que volviera la energía.
Entre nervios, contradicciones y ocasionales versiones mutuas acerca de un apagón provocado, el sudor, provocado por la tensión y la sofocación del recinto era evidente en los rostros de los candidatos.
Cuando el Comité Organizador de la Coparmex estaba por declarar suspendido el debate, la luz volvió al Campestre a las 20:10 horas y el evento se reanudó.
No voy a expresar mis opiniones al respecto. Por respeto a la ética que exige mi trabajo periodístico no mezclaré mis opiniones personales en este blog. Sólo diré que en términos exclusivamente técnicos, Ramos se vio mejor. Vaya que tengo tablas para calificar un debate. En la carrera fui capitán del equipo de debate de mi facultad y participé en muchos. Los debates públicos y la oratoria son mi mero mole. By the way, promoción aparte, también he sido moderador de un debate. No de candidatos a la alcaldía sino a la Gubernatura. El 27 de abril de 1997 fui el moderador de un debate en el que participaron los siete candidatos a la gubernatura de Nuevo León. Fernando Canales, Natividad González Parás, Pablo Livas, Luis Eugenio Todd, Liliana Flores Benavides etc. celebrado en Cintermex. El debate fue organizado enteramente por nosotros, es decir por el Consejo Interuniversitario que comandábamos mi colega Jopy Montero, Evangelina Nájera, Leonardo del Bosque y yo mero, que fui el moderador. A las pruebas y notas periodísticas me remito. Llegando a la redacción a escribir y escribir y escribir fast as you can. No es por nada, pero la verdad es que soy una de las personas que conozco más rápidas para escribir. Pum, pum, pum, tundir teclas, hilar conceptos, no descarto uno que otro error lo confieso, pero listo. ¿Ustedes creen que con este pinche ritmo de vida voy a poder parir una gran obra literaria? y ver la Eurocopa con una deliciosa cerveza como Diosito manda? Son las 23:33 horas. Estaré aquí hasta después de la media noche. Después me iré otra vez por carretera, más de 22 kilómetros rezando porque no me vuelva a reventar la llanta, escuchando HamerFall o The Cult a todo volumen y llegaré a casa como a la 1:00 (si es que no ocurre un percance), Carolina estará durmiendo y yo cenaré algo ligero y beberé un vaso de Buchanas, así solito, sin agua y sin hielo, tibio como los dioses escoceses lo ordenan y pensaré unas cuantas cosas y me dormiré, menos de cinco horas y dentro de poco, cuando el Sol del day after the Blomsday esté saliendo volveré a encender el carro y saldré a la carretera y los voceadores en los cruceros estarán ofreciendo el periódico que estamos acabando de armar en este preciso momento y la vida seguirá su curso, Tijuana enloqueciendo, mil teclas serán tundidas para sacar a ala calle el número mil 649 de nuestro diario y ni siquiera me permitiré filosofar acerca de la vida, porque en esta perra existencia periodística no se medita, se vive, se escribe, se bloguea, sólo para afirmar, como Molly Bloom: Sí, sí quiero.
16 de junio de 2004. Ufff. Vaya que ha sido largo mi Bloomsday. No sé si podría escribir mi Ulises particular sobre este día, pero vaya que ha tenido páginas.
Por causa de los ladridos de Morris y mi mis repentinos despertares, la noche no fue todo lo placentera y reparadora que yo hubiera deseado.
A las 6:00 a.m. como sucede todas las mañanas de entre semana, el agua de la regadera saludó a mi rostro y me sacó de los reinos de Morfeo.
Un 16 de junio de 1904 en la hermosa Ciudad de Dublín, República de Irlanda, un señor llamado Leopold Bloom se puso a caminar por las calles y sus pasos escribieron el día más largo de la literatura universal. Por alguna suerte de espíritu chocarrero de un Joyce travieso, este día del centenario ha sido largo y agotador.
Por desgracia, no estuve en Dublín bebiendo un delicioso tarro de Guiness entre prados de tréboles y cruces celtas. No señores. Estuve en la fronteriza ciudad de Tijuana, la que recorro todos los días, en ocasiones varias veces, de Este a Oeste. A las 7:15 de la mañana corríamos por la carretera escénica. El Sueño Stereo de Soda ambientaba la mañana (por consideración a Carolina no pongo extreme metal cuando salimos de casa por la mañana) Cielo nublado, mar en calma, islas ocultas. Poco tráfico en la Internacional, más o menos en la Vía Rápida, exceso de calafias en Insurgentes, vamos bajando a buena velocidad por la Rampa Cetys listos para dar vuelta en paseo Guaycura rumbo al trabajo de Carolina cuando en eso PUMMM. Se escucha un pinche tronido de aquellos seguido de un descontrol en la marcha. Flap, flapl, flarrrchhh. Llanta totalmente reventada. Hay un demonio chocarrero que siempre me juega malas pasadas, pero este demonio es buena onda. Me hace la maldad pero de la forma más suave posible. El espíritu chocarrero, o él ángel guardián que nos cuida, tuvo a bien poner una llantera justo a unos metros de donde se reventó el neumático. A como pude y a puro golpe de rin avancé los metros que me separaban de la vulca. Parche de lona, 50 pesitos y 15 minutos de retraso. De los males el menor. Tomen en cuenta que todos los días recorro más de 22 kilómetros de carretera, a más de 75 millas por hora, muchas ocasiones a la media noche, como sucederá dentro de un momento. Por fortuna la llanta reventó en el lugar menos peligroso. Carol tomó un taxi libre a su trabajo y yo esperé la reparación de la llanta. A toda velocidad a mi trabajo con el Brave New World de Iron Maiden a todo volumen. 8:45. Junta de planeación. Vaya día el que nos espera. Una mañana improductiva. En Gobierno del Estado no me resuelven un carajo de las peticiones de información que les hago. Grecia le hace sudar la gota gorda a España. Vaya defensa molesta. Portugal prende la velita de la esperanza y Cristiano Ronaldo nos regala mínimos chispazos de magia. Voy a comprar una llanta nueva al Costco. 800 pesitos hieren mi regio codo. Desde hace rato traigo ganas de escuchar en el carro el And Justice For All de Metallica, pero resulta que sólo lo tengo en casete, ejemplar que por cierto robé de una Suburbia en el DF algún día del verano de 1989, bicentenario de la Revolución Francesa, a mis 15 años de edad, robo que me costó una buena persecución de la que salí bien librado. Tenía ganas de escuchar One, Blackened y al medio día caí a la tienda de discos usados que está en Ermita y Díaz Ordaz, donde lo miré en días pasados, pero mierda, otro metalero nostálgico lo llevó. Nomás de puro coraje me llevé uno de éxitos The Cult. She sells Sanctuary, Fire Women, Sweet Soul Sister. Puro Cult. Otra junta más en la tarde para afinar la supercobertura del debate de los candidatos. Me lanzo al Campestre con mi colega Villegas. El Bulevar está atiborrado de porras de panaderos y tricolores que agitan sus banderas.
Entre duelos de porras que estuvieron muy cerca de llegar a los golpes, interrupciones reiteradas y un apagón de 33 minutos, los candidatos del PAN, PRI y PRD a la alcaldía de Tijuana afrontaron el debate organizado por la Coparmex.
Eran las 19:37 horas, cuando el Club Campestre quedó a oscuras cuando el candidato panista Jorge Ramos estaba respondiendo una pregunta de la perredista Martha Patricia Ramírez.
Una aparente falla en los transformadores de la Comisión Federal de Electricidad producida por el choque de un globo contra dos cables produjo un apagón.
En medio de la confusión y el desorden y ante una temperatura que iba en aumento por la falta de aire acondicionado, los tres candidatos debieron aguardar 33 minutos a que volviera la energía.
Entre nervios, contradicciones y ocasionales versiones mutuas acerca de un apagón provocado, el sudor, provocado por la tensión y la sofocación del recinto era evidente en los rostros de los candidatos.
Cuando el Comité Organizador de la Coparmex estaba por declarar suspendido el debate, la luz volvió al Campestre a las 20:10 horas y el evento se reanudó.
No voy a expresar mis opiniones al respecto. Por respeto a la ética que exige mi trabajo periodístico no mezclaré mis opiniones personales en este blog. Sólo diré que en términos exclusivamente técnicos, Ramos se vio mejor. Vaya que tengo tablas para calificar un debate. En la carrera fui capitán del equipo de debate de mi facultad y participé en muchos. Los debates públicos y la oratoria son mi mero mole. By the way, promoción aparte, también he sido moderador de un debate. No de candidatos a la alcaldía sino a la Gubernatura. El 27 de abril de 1997 fui el moderador de un debate en el que participaron los siete candidatos a la gubernatura de Nuevo León. Fernando Canales, Natividad González Parás, Pablo Livas, Luis Eugenio Todd, Liliana Flores Benavides etc. celebrado en Cintermex. El debate fue organizado enteramente por nosotros, es decir por el Consejo Interuniversitario que comandábamos mi colega Jopy Montero, Evangelina Nájera, Leonardo del Bosque y yo mero, que fui el moderador. A las pruebas y notas periodísticas me remito. Llegando a la redacción a escribir y escribir y escribir fast as you can. No es por nada, pero la verdad es que soy una de las personas que conozco más rápidas para escribir. Pum, pum, pum, tundir teclas, hilar conceptos, no descarto uno que otro error lo confieso, pero listo. ¿Ustedes creen que con este pinche ritmo de vida voy a poder parir una gran obra literaria? y ver la Eurocopa con una deliciosa cerveza como Diosito manda? Son las 23:33 horas. Estaré aquí hasta después de la media noche. Después me iré otra vez por carretera, más de 22 kilómetros rezando porque no me vuelva a reventar la llanta, escuchando HamerFall o The Cult a todo volumen y llegaré a casa como a la 1:00 (si es que no ocurre un percance), Carolina estará durmiendo y yo cenaré algo ligero y beberé un vaso de Buchanas, así solito, sin agua y sin hielo, tibio como los dioses escoceses lo ordenan y pensaré unas cuantas cosas y me dormiré, menos de cinco horas y dentro de poco, cuando el Sol del day after the Blomsday esté saliendo volveré a encender el carro y saldré a la carretera y los voceadores en los cruceros estarán ofreciendo el periódico que estamos acabando de armar en este preciso momento y la vida seguirá su curso, Tijuana enloqueciendo, mil teclas serán tundidas para sacar a ala calle el número mil 649 de nuestro diario y ni siquiera me permitiré filosofar acerca de la vida, porque en esta perra existencia periodística no se medita, se vive, se escribe, se bloguea, sólo para afirmar, como Molly Bloom: Sí, sí quiero.