En el blog de Magda Díaz Morales leo una muy buena reseña de Asesinos sin rostro del narrador sueco Henning Mankell. Durante algún tiempo, creí que yo era el único ser sobre la tierra que disfrutaba de las aventuras de Kurt Wallander, hasta que hace unas semanas vi ejemplares de Mankell en la biblioteca de Quimerista y supe que él también gusta de leerlo. Ahora leo en el blog de Magda esa reseña y digo, bueno, al menos ya son dos que comparten mi afición. No estoy solo en el Mundo.
Por cierto que hace unos días he visto en que en el Imperio de Slim ya tienen Pisando los talones, la última novela del sueco. En ella, según leí, el anciano padre de Wallander muere y su compañero Svedverg desaparece misteriosamente. Ya me anda por leer ese librito, pero hay un pequeño problema: Como todo buen TusQuets cuesta 350 pesos. Lo siento por quienes están hartos de la delincuencia, pero aquí hay alguien que está fraguando un robo. 350 pesos serán como quitarle una pulga a Slim, quien de seguro nunca ha leído a Mankell, pues hasta donde se, el libro de cabecera del magnate libanés es la autobiografía de Bill Gates.
Por cierto, leo en el blog de Magda que cuando niña su padre le leía cuentos de Salgari. Ello me hace pensar que aunque existe una predisposición natural hacia ciertas aficiones, el gusto por la lectura puede ser fomentado. No con consejos estériles, sino con lectura. A mi también mi madre me leyó demasiado de niño, obras de Salgari por cierto entre otras muchas de caballería y literatura clásica. En gran medida ella es la responsable de esta adicción bibliófila incurable de la que no he podido rehabilitarme y que amenaza con enloquecerme como a un Alonso Quijano.
Por cierto que hace unos días he visto en que en el Imperio de Slim ya tienen Pisando los talones, la última novela del sueco. En ella, según leí, el anciano padre de Wallander muere y su compañero Svedverg desaparece misteriosamente. Ya me anda por leer ese librito, pero hay un pequeño problema: Como todo buen TusQuets cuesta 350 pesos. Lo siento por quienes están hartos de la delincuencia, pero aquí hay alguien que está fraguando un robo. 350 pesos serán como quitarle una pulga a Slim, quien de seguro nunca ha leído a Mankell, pues hasta donde se, el libro de cabecera del magnate libanés es la autobiografía de Bill Gates.
Por cierto, leo en el blog de Magda que cuando niña su padre le leía cuentos de Salgari. Ello me hace pensar que aunque existe una predisposición natural hacia ciertas aficiones, el gusto por la lectura puede ser fomentado. No con consejos estériles, sino con lectura. A mi también mi madre me leyó demasiado de niño, obras de Salgari por cierto entre otras muchas de caballería y literatura clásica. En gran medida ella es la responsable de esta adicción bibliófila incurable de la que no he podido rehabilitarme y que amenaza con enloquecerme como a un Alonso Quijano.