Pues ya que andamos entrados en el debate y dado que Julio Sueco es una persona con la que SÍ se puede intercambiar puntos de vista de manera civilizada, me permito hacer una serie de precisiones.
Por supuesto que en este país hay vividores profesionales del indigenismo. Hay personas cuya nómina entera se la deben a ese machacado y prostituido concepto.
De entrada, existe una dependencia federal dedicada al asunto. Durante 54 años se llamó Instituto Nacional Indigenista y Fox la transformó en Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. ¿Cuánto nos cuesta a los mexicanos mantener esa dependencia? ¿Para qué diablos ha servido? ¿En qué me beneficia a mi, ciudadano al que la SHCP le tumba el 35% de ISR? Pura burocracia, tiradero de dinero, despilfarro de recursos para dar chambas a los compas del Gobierno. El delegado del INI en Baja California fue durante muchos años el señor Luis Arturo Valdez Otáñez, un ex porro de la UABC, priista de línea dura, de turbios antecedentes, que obtuvo el puesto en clásico reparto de pastel entre compadres y que jamás aprendió que un mixteco, un tepehuán y un cora, hablan lenguas distintas y provienen de tres regiones diferentes del país. Esto hablando del que fue delegado aquí en BC. Supongo que el resto de los delegados del INI en el país era gente por el estilo. Muy preocupados por los indígenas ellos. Valiéndome de la Ley de Acceso a la Información, solicitaré a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas que me informe cuanto nos cuesta su nómina a los mexicanos y publicaré la cantidad en este blog.
Ahora bien:
¿Para qué tener una comisión gubernamental que atienda a los pueblos indígenas? ¿Qué no pueden solitos? ¿Son acaso retrasados mentales? Dijeras que México fuera un país casi bilingüe, como sí lo es Paraguay con el Guaraní o como Bolivia, donde la población quechua ocupa casi el 30% del total, pero acá en mi México querido son una minoría y hay entidades en donde ni siquiera tienen presencia. Hay millones y millones de marginados que NO son indígenas y ellos NO tienen una comisión federal que los atienda. Si a esas vamos, entonces yo voy a pedir que por favor se cree una Comisión Nacional para el Desarrollo de los entes Caucásicos. ¿Por qué no? Yo soy una absoluta minoría en este país, estoy desprotegido y sufro los efectos de la discriminación con los meseros de la Revo y los taxistas, que me ven cara de gringo y me quieren vender todo más caro. Los pordioseros me persiguen, pues piensan que por ser rubio estoy zurrado en feria. Por si fuera poco, en su afán de joder a los gringos, bandas nacionalistas como Brujería, Molotov y hasta Tijuana No, promueven rolas de odio hacia la raza blanca y yo, que de gringo no tengo nada, la tengo que pagar.
Ya hablando en serio: Ya me imagino lo que hubiera pensado Benito Juárez de la creación de una comisión que cuide a los indígenas como si fueran menores de edad. Juárez era un indígena zapoteco, pero con sus ideales liberales y masónicos bien puestos y un masón, sepan ustedes, no se va a andar con organismos piadosos de corte colonial. Juárez y los liberales fueron los primeros en pedir que se tratara a los pueblos indios como ciudadanos mexicanos mayores de edad y claro, eso no le gustó a muchos de ellos, que estaban contentísimos con la protección paternalista de los frailes. Pero la moda del indigenismo pugna por retornar a los usos y costumbres virreinales y otorgar al indio un trato “especial”, como si fuera un niño teletón. Y algo similar pasa en Estados Unidos, donde los patrones están obligados a contratar empleados negros por aquello de balancear y no discriminar ¿Y si yo no quiero contratarlos? ¿Dónde quedó mi libertad?
Por cierto:
Los arriba mencionados, son aquellos que viven del indigenismo de manera formal, con una nómina debidamente registrada, pero hay otra clase de vividores. Hay uno que se llama Rafael Sebastián Guillén Vicente que lleva 10 años viviendo muy cómodamente del asunto. El mencionado vividor tiene socios en muchas partes de México y aunque la UNAM es su semillero natural, los hay por todos lados. Aquí en San Quintín hay bastantitos personajes politiqueros que cobran como “líderes de las comunidades mixtecas”, pero lo extraño es que casi ninguno de ellos es mixteco puro ni habla su idioma.
Respecto a la Virgen de Guadalupe, creo que nadie discute el que los criollos y mestizos la hayan adoptado como un símbolo nacional. Y aquí caemos en el añejo debate que en 1794 puso sobre la mesa mi paisano regio Fray Servando Teresa de Mier. Aunque es la protectora de los indios, la Virgen de Guadalupe es un símbolo católico cuya naturaleza, al menos en el plano formal, nada tiene que ver con el politeísmo azteca. Yo le digo a los indigenistas que si tanto odian a España, tiren a la basura a los dioses que les impusieron, se olviden del idioma español y practiquen el politeísmo.
Leer a Miguel León Portilla, sin duda la máxima eminencia nacional en materia de lengua y cultura indígena y leer de nuevo el sermón de mi paisano Fray Servando, arrojaría un poco de luz sobre este guadalupano asunto.
Por supuesto que en este país hay vividores profesionales del indigenismo. Hay personas cuya nómina entera se la deben a ese machacado y prostituido concepto.
De entrada, existe una dependencia federal dedicada al asunto. Durante 54 años se llamó Instituto Nacional Indigenista y Fox la transformó en Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas. ¿Cuánto nos cuesta a los mexicanos mantener esa dependencia? ¿Para qué diablos ha servido? ¿En qué me beneficia a mi, ciudadano al que la SHCP le tumba el 35% de ISR? Pura burocracia, tiradero de dinero, despilfarro de recursos para dar chambas a los compas del Gobierno. El delegado del INI en Baja California fue durante muchos años el señor Luis Arturo Valdez Otáñez, un ex porro de la UABC, priista de línea dura, de turbios antecedentes, que obtuvo el puesto en clásico reparto de pastel entre compadres y que jamás aprendió que un mixteco, un tepehuán y un cora, hablan lenguas distintas y provienen de tres regiones diferentes del país. Esto hablando del que fue delegado aquí en BC. Supongo que el resto de los delegados del INI en el país era gente por el estilo. Muy preocupados por los indígenas ellos. Valiéndome de la Ley de Acceso a la Información, solicitaré a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas que me informe cuanto nos cuesta su nómina a los mexicanos y publicaré la cantidad en este blog.
Ahora bien:
¿Para qué tener una comisión gubernamental que atienda a los pueblos indígenas? ¿Qué no pueden solitos? ¿Son acaso retrasados mentales? Dijeras que México fuera un país casi bilingüe, como sí lo es Paraguay con el Guaraní o como Bolivia, donde la población quechua ocupa casi el 30% del total, pero acá en mi México querido son una minoría y hay entidades en donde ni siquiera tienen presencia. Hay millones y millones de marginados que NO son indígenas y ellos NO tienen una comisión federal que los atienda. Si a esas vamos, entonces yo voy a pedir que por favor se cree una Comisión Nacional para el Desarrollo de los entes Caucásicos. ¿Por qué no? Yo soy una absoluta minoría en este país, estoy desprotegido y sufro los efectos de la discriminación con los meseros de la Revo y los taxistas, que me ven cara de gringo y me quieren vender todo más caro. Los pordioseros me persiguen, pues piensan que por ser rubio estoy zurrado en feria. Por si fuera poco, en su afán de joder a los gringos, bandas nacionalistas como Brujería, Molotov y hasta Tijuana No, promueven rolas de odio hacia la raza blanca y yo, que de gringo no tengo nada, la tengo que pagar.
Ya hablando en serio: Ya me imagino lo que hubiera pensado Benito Juárez de la creación de una comisión que cuide a los indígenas como si fueran menores de edad. Juárez era un indígena zapoteco, pero con sus ideales liberales y masónicos bien puestos y un masón, sepan ustedes, no se va a andar con organismos piadosos de corte colonial. Juárez y los liberales fueron los primeros en pedir que se tratara a los pueblos indios como ciudadanos mexicanos mayores de edad y claro, eso no le gustó a muchos de ellos, que estaban contentísimos con la protección paternalista de los frailes. Pero la moda del indigenismo pugna por retornar a los usos y costumbres virreinales y otorgar al indio un trato “especial”, como si fuera un niño teletón. Y algo similar pasa en Estados Unidos, donde los patrones están obligados a contratar empleados negros por aquello de balancear y no discriminar ¿Y si yo no quiero contratarlos? ¿Dónde quedó mi libertad?
Por cierto:
Los arriba mencionados, son aquellos que viven del indigenismo de manera formal, con una nómina debidamente registrada, pero hay otra clase de vividores. Hay uno que se llama Rafael Sebastián Guillén Vicente que lleva 10 años viviendo muy cómodamente del asunto. El mencionado vividor tiene socios en muchas partes de México y aunque la UNAM es su semillero natural, los hay por todos lados. Aquí en San Quintín hay bastantitos personajes politiqueros que cobran como “líderes de las comunidades mixtecas”, pero lo extraño es que casi ninguno de ellos es mixteco puro ni habla su idioma.
Respecto a la Virgen de Guadalupe, creo que nadie discute el que los criollos y mestizos la hayan adoptado como un símbolo nacional. Y aquí caemos en el añejo debate que en 1794 puso sobre la mesa mi paisano regio Fray Servando Teresa de Mier. Aunque es la protectora de los indios, la Virgen de Guadalupe es un símbolo católico cuya naturaleza, al menos en el plano formal, nada tiene que ver con el politeísmo azteca. Yo le digo a los indigenistas que si tanto odian a España, tiren a la basura a los dioses que les impusieron, se olviden del idioma español y practiquen el politeísmo.
Leer a Miguel León Portilla, sin duda la máxima eminencia nacional en materia de lengua y cultura indígena y leer de nuevo el sermón de mi paisano Fray Servando, arrojaría un poco de luz sobre este guadalupano asunto.