Eterno Retorno

Thursday, March 25, 2004

Naciste con mala sangre, mal querido por Dios desde el principio, con el chingado santo de espaldas para que me entiendas. Desde el principio nos dimos cuenta que ibas a ser tu el méndigo descarriado que debe haber en toda familia. Tu le entraste, cubriste el papel, no te hicieron ni te fuiste haciendo de tus mañas, naciste con ellas, ahora sí que así ya venias, destinado para eso. Tus hermanos se dieron cuenta desde que eras un pinche mocoso, pero ni a los mil fuetazos que te arrimó tu padrino te compusiste. Eras condenado, se te miraba lo mierda a leguas, todos lo supieron, todos menos tu mamacita que yo no se porque chingados te pasó siempre todas tus pendejadas, luego, ya punto pedos, tus hermanos hasta andaban diciendo que no eras de tu papá y a lo mejor por eso no más tu jefecita te hacía el paro. La verdad no sé, no voy a preguntarme lo que haya hecho o dejado de hacer tu ama, ya bastante se ha partido y le han partido el hocico ¿a quien chingados le afectaba su canita al aire? A nadie, lo más jodido que pudo pasar es que de ahí saliste tu, como si fueras el castigo a todos los pecados de la familia, no se si por eso habrá sido que saliste prieto como la chingada, digo, no es que en la familia hubiera güeros, pero tu si te pasaste de pinche negro, quien sabe de donde habrá sido el que se cogió a tu mamá. Lo gacho fue cuando tu padrino se dio color que tu eras el que matabas los pinches pollos, así porque sí, nada más de huevos, porque te gustaba verlos sufrir. Y luego cuando se dieron color de que tu eras el que te robabas los chivitos para irlos a vender al mercado, hijo de tu pinche madre, sí no parábamos desgracias contigo, perjuicio chingado, eras el pinche diablo.