Eterno Retorno

Tuesday, September 23, 2003

Año 1000, Año 2000

Merodeando por los libreros de la Biblioteca Municipal Benito Juárez doy con un libro que fue capaz de capturarme y robar una buena tajada de mi tiempo. El texto en cuestión es Año 1000, Año 2000, la huella de nuestros miedos. Su autor el sociólogo e historiador francés Georges Duby.
Palabras más, palabras menos, este libro pretende demostrar que un milenio después, las pesadillas humanas siguen siendo las mismas. Miedo al extraño y al diferente, amenaza constante de guerra, re-traimiento y fortificación, pavor a las pestes, sobreoferta de delirios proféticos y teorías apocalípti-cas. Mención especial el capítulo dedicado a la gran Peste Negra de 1348 y sus efectos sociales. Conste que el libro fue escrito en 1995. Hoy en día los delirios cruzados de la peste neo conservadora el medievalismo bushiano no hacen más que reconfirmar esa teoría.
El libro, editado por la casa editorial chilena Andrés Bello, viene en finísima presentación. Todas las páginas contienen excelentes grabados de la Edad Media y el Renacimiento. Me gustan demasiado ese tipo de grabados. Desearía tener una biblioteca llena de ellos.
Por lo demás, debo afirmar una vez más que la humilde Biblioteca Benito Juárez, ninguneada por la aristocracia cultural, oculta en sus libreros tesoros más que deseables. Eso, por supuesto, no lo sabe ningún funcionario municipal.



Bartleby y compañía

Nueva adquisición sobre mi escritorio: Bartleby y compañía del catalán Enrique Vila Matas. Palabras más, palabras menos, el libro de Vila Matas es un suigeneris homenaje a todos aquellos que dejaron de escribir. Dicho de otra manera, la grandeza de los escritores definida por la palabra no escrita. Apunten ustedes para empezar a las dos R más grandes de la agrafía: Rimbaud y Rulfo. Este libro, híbrido entre ensayo con una pizca de novela al más puro estilo Vila Matas, rescata a la olvidada figura de Bartleby el escribiente, sin duda el personaje más enigmático de Herman Melville.
Debo a mi colega exiliado en la Cenicienta del Pacífico Fausto Ovalle el haber conocido a este singular burócrata que nada tiene que ver con Ismael o el Capitán Ahab. Él fue quien me prestó el libro de Bartleby el escribiente y me permitió conocer al antihéroe más singular del Siglo XIX. Siempre agradeceré la recomendación de un buen libro o un buen vino.
En palabras del propio Vila Matas, este libro es el reflejo de su tenaz búsqueda de bartlebys a lo largo de la historia de la literatura que optaron voluntariamente por sumergirse en la historia ágrafa.
Por lo demás, celebro que la Editorial Anagrama, en esta colección Quinteto, tenga a bien poner libros a precios más que accesibles.

Un hoyo en el tanque

Odio a muerte gastar gasolina. Odio a muerte ser un esclavo de un vehículo y trabajar para tirar mi sueldo entero en Pemex. Este excesivo gasto de combustible empieza a llevarme a la absoluta bancarrota. Pensar que me duele gastar 385 pesos en la nueva novela de Irvine Welsh y sin embargo me veo obligado a tirar billetes de 200 cada tercer día en las putas gasolineras estafadoras. La Jimmy traga más gasolina que yo alcohol y eso, ya es mucho decir.

¿Niñas migrantes?

La revista Día Siete presenta un reportaje al que titula Niñas Migrantes. Hubiera creído que se trataría de las niñas mixtecas que emigran a California o de la inmensa cantidad de menores que son atorados cruzando ilegalmente y deportados vía Puerta México. Error. Se trata de cinco historias de jovenzuelas chilangas ya no tan niñas, made in La Condesa, que por una u otra razón se fueron a dar el rol al otro lado del mundo.
Historias de que de una u otra forma me parecen muy típicas y ciertamente envidiables, aunque no por ello extraordinarias. Digamos que por cada morrita mochilera en México, debe haber como 20 en Argentina y Australia.
Por cierto, mi hermana Ana es mucho más joven que las chilangas que presenta Día Siete y tiene cosas más interesantes que platicar. Ya lleva más de cuatro meses en el Viejo Continente y parece más que dispuesta a quedarse.

El mochilazo que no fue

Dentro de ese libro de miles y miles de páginas llamado La historia de lo que pudo haber sido, es po-sible leer un destino como ese. En mi adolescencia y juventud de acuerdo con la lógica de mi desarro-llo, muchas personas, incluido yo, apostábamos que mi futuro sería ser un eterno mochilero que deambularía de un sitio a otro en busca de su paraíso perdido. Siempre tuve adicción por el mochilazo y yo imaginaba que en este momento de mi vida, estaría deambulando por la plaza de alguna ciudad europea en donde me dedicaría a la vagancia y la mal vivencia. Mi otro futuro más probable, era el de convertirme en parásito intelectual y dedicarme a cosechar maestrías y doctorados inútiles como becario perpetuo de alguna institución. Y sin duda poca, muy poca gente hubiera apostado que me ca-saría simple y sencillamente por amor, que compraría una casa y que tendría un trabajo extenuante, aunque cuando algún compañero de la infancia se entera que trabajo en un periódico, suele afirmar que ya pintaba yo para acabar en algo así.


Año sedentario

El 2003 ha sido el año más sedentario de mi existencia y eso me causa cierto horror. Desde el pasado mes de octubre, cuando viajé a Los Cabos a cubrir la APEC, mi cuerpo no se eleva por los aires (Bueno, miento, hace dos meses volamos en avioneta por la Sierra de San Pedro Mártir , pero la cuestión es que apenas he viajado) Nada hace indicar que en este año vaya a poder viajar. Mi destino del 2003 ha sido estar abonado a Tijuana y mis correrías más lejanas han sido LA y Ensenada. Yo tengo una adicción por los viajes tan fuerte o mayor que la que profeso por los libros. Sin embargo este año me he transformado en un esclavo. Un esclavo con casa propia eso sí, pero sin un centavo para irse a pasear dignamente. Mierda- Ya vendrán tiempos nómadas-