¿Quieren vivir un santo viernes? ¿Desean honrar al Mártir del Gólgota? Bien, pues ahí está De lágrimas y santos de Cioran. Un texto de esos que vale la pena abrir al azar en un página y empaparse de sus palabras.
La Semana Santa me pone particularmente blasfemo. Soy anticristiano los 365 días del año, pero en este tiempo siento es-pecial regocijo insultando a pavos del señor. Disfruto perturbando sus almitas buenas, poniéndolos a pensar sobre sus dog-mas. Ah como se enojan cuando les digo que el martirio de Jesucristo es un acto chantajista. Y se transforman en inquisidores cuando sugiero que en el improbable caso de resurrección hay que sepultar de nuevo al Mesías y rogar por que los gusanos acaben pronto con su cometido. Dos milenios de miseria e ignorancia, de miedo, culpas y complejos. Consumemos el deicidio una vez más. Por lo pronto, antes de regocijar estos santos días transcribiendo unas frases de Cioran, vale la pena pronunciar una vez más esas sabias palabras de Crass: “Jesús murió por sus propios pecados, no por los míos”.
El cristianismo entero no es más que una crisis de lágrimas, de la que solo nos queda un regusto amargo.
Dios ha explotado todos nuestros complejos de inferioridad, empezando por el que nos impide creernos dioses-
El vino ha hecho más por acercar a los hombres a Dios que la teología. Hace tiempo que los borrachos tristes, - ¿y los hay que no lo sean?- han superado a los eremitas.
El rechazo voluntario y lúcido de lo absoluto, es el camino de la resistencia a Dios- en beneficio de la ilusión, es decir, de la esencia de toda vida.
Todo lo que en mí aspira a la vida, exige que renuncie a Dios.
Shakespearse y Dostoievski hacen que persista en nosotros la nostalgia de no ser santos o criminales. Esas dps maneras de autodestruirse.
Preocuparse por la santidad: combatir la enfermedad con la enfermedad.