Eterno Retorno

Tuesday, April 01, 2003

Sobre los libros viejos

Cuando compro un libro viejo, me entretengo pensando en como habría sido su dueño. Por eso no me gustan los libros vírgenes. Un libro que fue leído, gozado y discutido, tiene anotaciones. Un libro que se empolvó en el librero está inmaculado, desierto, como una vieja solterona.
Todos, o casi todos mis libros están rayados. Tienen mi nombre, tienen subrayados, tienen anotaciones y en la parte de atrás me doy el lujo de escribir historias y cuentos cortos. Coincido con Rafa: El libro es tuyo, no de su autor. Ya lo compraste, lo robaste o te lo regalaron, pero es tuyo, no de su papá cuervo escritor. Así que pártele la madre y no lo tomes tan en serio. No llego al nivel de Mister Phuy de arrancar hojas, pero si les puedo dibujar monitos en ratos de ocio. Con decirles que en una antología del taller de poesía de la Universidad donde aparecía yo en aquella lejana prehistoria en que fui poeta, me divertí como enano pintando bigotes, lentes y cuernos en mi fotografía. Cuando yo muera o me suicide y herede mi biblioteca, alguien se va a divertir mucho con mis jeroglíficos.