Reflexiones sobre el México 1 Paraguay 1
Pocos equipos tan correosos y garrudos como Paraguay. Un centímetro o un segundo de libertad en el área, es igual a gol cuando se trata de José Saturnino Cardozo.
Borguetti y Bravo son los únicos centros delanteros natos y hasta cierto punto letales que puede presumir México, pero no son los grandes matones que necesita.
Ramón Morales fue el mejor jugador en la cancha, al menos en el primer tiempo. Dulio Davino comete pifias que pueden llegar a pasar una alta factura.
Había una seguridad propia de guerra afuera del estadio y sin embargo en la tribuna más de 10 aficionados se rompieron la madre bien y bonito, a putazo limpio y tuvieron tiempo de sacarse mucho mole antes que interviniera un policía red neck.
Ricardo La Volpe en el banquillo de la selección me generó a priori imágenes de marcadores abultados. Muchos goles a favor y pocos en contra. Ha sido todo lo contrario. Duelos cerrados, mucha pelea y goles a cuenta gotas. Las llegadas y los tiros de esquina se multiplican, pero la falta de definición es impresionante.
Sobre mi futbolera adicción
En Monterrey yo acudía al futbol cada sábado sin falta. También jugaba en un equipo de futbol. En la radio conducía un programa de futbol. En mis ratos libres, me dedicaba a ver futbol. Así fue mi vida durante muchos años (Siempre me quedaba tiempo para andar en bici, leer, escribir y escuchar metal).
En Tijuana cuento con los dedos de una mano los partidos a los que acudo en un año. Hace 15 kilos y 17 mil cervezas que no juego futbol y desde que estoy casado solo veo un partido a la semana, que es invariablemente el de los Tigres.
Será por eso que hoy aprecio más que nunca, cual si fuera un auténtico tesoro, acudir a un partido y si el Insurgentes no se embotellara tanto los viernes, acudiría más seguido a ver a Nacional TJ.
Futboleros compadrazgos
En el trolley encontré a un aficionado que conocí en LA y del que ni siquiera recuerdo el nombre. En este Mundo he hablado de futbol y gritado goles abrazado de miles de personas cuyos nombres nunca conocí. La cuestión es que el amigocho me hizo un paro cuando se subieron los tiras a revisar los boletos del trolley. Yo traía el mismo que había comprado en medio día y ya había expirado. Pero el compa en cuestión me pasó el suyo disimuladamente y asunto arreglado.
La cosa es que cuando vio mi gafete de prensa, el amigocho, cuyo nombre aún ignoro, decidió que yo era una persona influyente con la capacidad de colarlo sin problema alguno al palco de prensa. No fue fácil convencerlo de lo contrario. En realidad sí hubiera podio pasarlo, pero resulta que yo precisamente integro la Comisión de Ética de mi periódico y en nuestro código establecemos la prohibición de usar un gafete de prensa para hacer paros.
Lo que me da lástima es que la triste realidad es que tres cuartas partes de las personas que están en el palco de prensa no son periodistas ni van a trabajar. Son funcionarios del Ayuntamiento, hijos de directivos, empresarios y de más personajillos pa-cotillescos que se deleitan comiendo y bebiendo gratis viendo el partido cómodamente mientras la paisanada paga boleto.