La muerte del tema de moda
Desde un periódico es muy fácil medirlo; Los temas de moda tienen un periodo de vida sumamente efímero. Hace dos semanas el mundo estaba lleno de expertos en bombas y misiles, pacifistas enardecidos y profetas apocalípticos atiborrados de verdades absolutas. Nuestro monitoreo diario de lectores arrojaba records de lectura para las notas de guerra y la primera plana no estaba sujeta a discusión.
Dos semanas después las imágenes de niños iraquíes muertos han pasado a formar parte del baudeleriano “spleen”. Son un elemento más de la monotonía diaria. Las notas bélicas empatan en número de lectores con las de espectáculos o deportes. Mi director editorial empieza a preguntar si tenemos en las alforjas trabajos con carnita que puedan ocupar la primera plana. Los temas de hoy son como chicles que se mascan y acaban por perder rápidamente el sabor. Lástima. Nada más efímero que las noticias. Nada más frágil que la memoria de la humanidad. Al paso que vamos, las notas sobre la reconstrucción de Irak y sus subsecuentes hambrunas y epidemias serán breves de página 10 y nadie dirá nada. Lo peor es que muy pocos dirán pío cuando Bush se reelija en el 2004.
Odio
He leído una buena cantidad de opiniones de patrioteros yanquistas pro bélicos que critican las manifestaciones pacifistas por estar motivas por una vocación anti estadounidense y no por un genuino deseo de paz. Les llaman guerrilleros, comunistoides, globalifóbicos, ignorantes, tercermundistas y de más calificativos.
Y yo respondo una vez más: Por supuesto que yo no estoy contra la guerra por auténtica vocación pacifista. Si algo le critico a las manifestaciones pacifistas es precisamente que se han pasado de pacifistas. Ya iría siendo hora de quemar una embajada. Si alguien decide tomar venganza con los marines que vienen a chupar a la Revo vería con gusto la idea. Imaginen. Un estúpido solado que no sabe a que diablos fue a combatir pero dejó caer bombas contra miles de civiles regresa a América y acude a festejar al Papas and Beer de Rosarito. Por la noche, ya ebrio, es secuestrado y asesinado en medio de crueles torturas.
Estoy contra la guerra porque ante todo estoy contra la idea de que un solo imperio gobernado por un enfermo mental con un coeficiente muy inferior al tuyo y al mío tenga agarrado del culo al mundo. Y sí, lo acepto, estoy contra la guerra porque suelo estar sistemáticamente contra Estados Unidos, lo mismo en las Olimpiadas, el Mundial o el campo de batalla. Soy un despreciable antiyanqui con visa laser y visa de periodista que ya una vez se fue a Washington con gastos pagados por la Em-bajada de ese país. Por lo demás, en muchas situaciones apruebo la violencia. La paz no es propia de la condición humana. Pero me gusta la violencia como una reacción espontánea. La violencia que es motivada por el odio genuino. El odio es un sentimiento tan puro como el amor, el hambre o el deseo. Cuando la batalla nace del odio auténtico, la guerra es orgásmica. Sobre todo si la furia se descarga sobre el ser odiado. Descargar el odio contra un inocente es depravación. Pero esos pobres marinos chicanos carne de cañón sienten miedo, incertidumbre, hueva, emoción, pero no odio. Ni siquiera desprecio. En cambio, en las mentes de miles de niños iraquíes quedará sembrada una semilla del odio más puro que algún día germinará como un árbol cuyas ramas serán infinitas. Estados Unidos está sembrando una selva de odio en su contra y no se han dado cuenta.
En la Comisión de Ética del periódico discutimos si debemos presentar fotos crudas. Yo me pronunció por el sí. Solo viendo las desoladoras imágenes de niños destrozados lograremos que los apáticos se den cuenta de la clase de genocidio que están cometiendo nuestros vecinos. Hoy Reforma lleva en sui portada la impresionante foto de una niña muerta con la pregunta ?Bombas quirúrgicas?
La revista Por leer en su número uno que agarré gratis en la Librería El Día trae una interesante entrevista con Augusto Monterroso. Debe haber sido elaborada muy poco antes de su muerte. También trae una charla con Mario Mendoza, el co-lombiano autor de Santanás.
Quería comprar. El idioma de los argentinos de Borges, pero basta ya de gastar dinero. Renacen mis planes de robar libros.
El CD de la revista Rock Hard que me regaló César Romero sí se escucha en mi computadora del trabajo. Excelente la rola Nova Era de los brasileños Angra y la versión en vivo de Overkill de Mötorhead.