Suecia y Finlandia
Alguna vez he dicho que Suecia es por mucho el país cuyo censo arroja más bandas de metal por habitante. Desde princi-pios de los 90, con el nacimiento de la gran familia del sonido Gothenbörgh y sus primos de Estocolmo, Suecia se transformó en tierra fértil de bandas de lo más innovadoras. De los legendarios At the Gates y Entombed nacieron miles de hijitos. Desde los grandes guardianes de la escena como In Flames y Dark Tranquility, hasta un opus como Therion, una caja de sorpresas como Tiamat, un culto al heavy en su estado más puro como Hamerfall, Nocturnal Rites y DreamEvil, un black brutal como Dark Funeral y Dissection. Cada día que abro las páginas de Century Media y Nuclear Blast hay nuevos lanzamientos de Suecia.
Pero Finlandia le está haciendo la competencia. En los últimos tres años los fineses (o finlandeses, según prefiera) pueden presumir ser el semillero de bandas y proyectos revolucionarios muy interesantes.
A principios de la pasada década, bandas ultrabrutales y blasfemas como Beherit, Impaled Nazarene ( a esos los vi en Monterrey) y Lord Belial pusieron en alto el nombre de Finlandia. Al mismo tiempo maestros de la guitarra como Stratova-rius (posiblemente la banda más conocida de esas tierras) empezaban a girar por todo el mundo, mientras los ya legendarios Sentenced apostaban por mejorar el sonido sueco, los melódicos Amorphis ponían un toque de dulzura y unos músicos de conservatorio, llamados Apolayptica, demostraban lo bien que saben tocar himnos metaleros con violines y cellos.
De los últimos cinco años para atrás las bandas siguen brotando como hongos: La soprano de Nightwish, los rocanroleros de Lullacry, los heavys de Sonata Ártica, los blackmetaleros industrializados de And Ocenas, los mega chingones Children of Bodom y Sinergy. En fin. Helsinky es al metal lo que Tijuana a Nortec y lo que Monterrey a la malograda avanzada regia. ¿Porque chingados está tan lejos?