Halder
Era una presencia fantasmal, enigmática e inquietante.
Halder hablaba poco y dibujaba muchísimo. En silencio irrumpía de repente en
desayunos de grupos políticos, conferencias, lecturas e inauguraciones.
Calladito y sin decir “agua va”, sacaba su plumón y su cartulina, miraba
detenidamente al rostro del personaje elegido y pocos minutos después tenía ya
lista la caricatura. Diestro en su oficio, imprimía un toque muy personal que
hacía inconfundibles sus trabajos. También participó en no pocos murales urbanos.
Tenía un talento natural y era un auténtico editorialista gráfico. Nacido en
Agua Prieta, era ingeniero mecánico de formación, aunque yo toda la vida lo vi
dibujando cartones. No creo que exista un personaje público de Baja California,
sea político, empresario, líder de opinión, deportista o creador cultural, que
no haya sido dibujado por este célebre y creativo caricaturista. A mí me dibujó
un par de veces. Eso sí, tenía un carácter por momentos explosivo. Algunas
veces hablamos de historia. Le apasionaba la cultura alemana, la mística del
ejército prusiano y la memoria del estratega militar Franz Halder. Su salud
física y mental se había derrumbado en los últimos años. Hace unos días lo
reportaron desaparecido. Ayer lo encontraron muerto en el departamento donde
vivía en la colonia Libertad. Entiendo que nadie ha reclamado el cuerpo. Halder
era en sí mismo un personaje literario, prófugo de una novela tan picaresca
como trágica. Confieso que hasta hoy supe que se llamaba Francisco Xavier Cruz
(así como el Abuelo rayado). Al final todos en Tijuana lo conocimos como
Halder. “Mis colegas quedan tiraos por el camino”, canta la Polla Récords. Una
época y no pocos oficios yacen en el desbarrancadero. Cuánta razón tienes
Borges: ya somos el olvido que seremos…el polvo elemental que nos ignora. Ya
somos la tumba, las dos fechas...