Retumbaba en la ventana el ventarrón santaanero
Dejemos hablar al viento, sugirió Juan Carlos Onetti y el
canijo habló fuertísimo, toda la noche sin parar. Retumbaba en la ventana el
ventarrón santaanero y en mis alucinantes sueños duermeveleantes imaginaba que
nuestra casa, como la de Dorothy, se iba volando a un reino peninsular de Oz.
La región amaneció coronada de incendios, pero nuestros adornos navideños
exteriores, contra todos los pronósticos, sobrevivieron. Dejemos hablar al
viento, Vientos de cuaresma, La sombra del viento, Vientos de Santa Ana.
¿Cuántas novelas llevan al viento en el título? Deben ser muchísimas y estos
días se escribirán unas cuantas más, porque el ventarrón no tiene en sus planes
sosegarse.