Dust to dust. El polvo al polvo y toda la polvareda del mundo habita en Rosarito. Playas de Rua Barrena, palmeras teporochas de soles enfermos. ¿En qué reciente cuento hablé yo de la borrachera palmeril? Borrachas de alegría y peste, de vientos de plaga. En las cercanías una gringa vieja, pasita anglosajona con desbarajuste neuronal. Desafía los tragos de polvo, remueve la porquería del plástico de su silla, pero aquello es puro y vil arado en el mar. Lavar el carro, asquerosa utopía, conjurar el último diciembre y adolecer doliente y delirante.
Lírica maldita de autolavado, tragos de vida real. Sí, eso falta estos días: atáscate de vida real, embriágate de perra existencia, ponte bien borracho de malquerencia. Disfruta la orgía del puño cerrado. Seré lavacoches, seré viene-viene, seré un divino derrumbe, pura esencia paria y teporocha. Un jaipo espectral retozando en la podrida habitación de un hotel oxidado. Rosarito: la mórbida historia de una alucinación de nuevo rico. Hace 20 años qué lindo era. ¿Recuerdas Titanic? Ahora suena el soundtrack de la podredumbre. ¿Caso de grosera dislexia poBredumbre?. Un cuarteto de perros piojosos, un vil gerifalte del narco, días rosaritenses.
Friday, December 29, 2017
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