Eterno Retorno

Tuesday, April 08, 2025

Gatos literarios

 


Veo que los gatos empiezan a ser adoptados o promovidos como un género literario en sí mismo. Hay una evidente asociación entre gatos y literatura y específicamente entre los gatos y la literatura japonesa. Hay quien dice que Japón y la cultura nipona es el equivalente perfecto a un gato.  Es aquí donde surgen mis dudas respecto a mi propia personalidad y mis gustos. La literatura es mi mayor pasión, Japón es un país que me encanta, pero resulta que yo no entiendo ni he entendido nunca a los gatos. Nunca he tenido uno y la verdad jamás les he agarrado el chiste. Yo siempre he sido de perros. En nuestra casa siempre ha habido canes y establecemos con ellos relaciones muy profundas y duraderas. Vaya, los perros se vuelven verdaderamente parte de la familia, nos acompañan todo el día y duermen en nuestro cuarto. Los gatos en cambio solo orbitan en los alrededores de la colonia. Hay uno particularmente necio que se suele arrimar a nuestro jardín pero Pappo no lo soporta.

Creo que hay una innegable división entre la personalidad de la Dog People y la Cat People. Hay toda una psicología atrás de eso, una forma de estar en el mundo y concebirlo. Sin embargo, algunas de las personas y creadores que más admiro son Cat People. Pienso específicamente en el caso de Haruki Murakami. A ver, a Murakami le apasionan los gatos, el jazz y el beisbol, tres mundos que para mí son absolutamente indescifrables. Supongo o deduzco que detrás de los gatos, el jazz y el beisbol hay un universo fascinante y adictivo, pero la realidad es que a mí los gatos, el jazz y el beisbol me resultan profundamente aburridos. Nunca los he entendido. Yo solo puedo amar a los perros, el heavy metal y el futbol, lo cual no impide que la literatura de Murakami me guste mucho. Vaya, algunos de mis autores de cabecera son profundamente beisboleros (Auster, De Lillo) o irredentos jazzeros (Cortázar). En fin colegas, simplemente les comparto pensamientos importantísimos que me toman por asalto en un lunes negro cualquiera.  ¿Algún psicoanalista podrá aclararme el misterio?