Eterno Retorno

Tuesday, April 23, 2024

De librajos y otros lastres

 


El libro es sin duda el objeto material con el que he tenido una relación más extrema, obsesiva, aferrada y pasional a lo largo de mi vida. A menudo es una relación de alegre convivencia cotidiana como si de una parte de mi anatomía se tratara. Después de todo, en cualquier momento del día hay siempre un libro cerca de mí. A todo lugar donde voy llevo uno conmigo y en mi mesa de noche, en mi rincón de trabajo y en los asientos del carro yacen caóticos alteros. Claro, admito que por momentos llega a ser una relación patológica y autoagresiva, generadora de conductas y reacciones propias de adicto. Tal vez sea la herencia por haber crecido en una casa-biblioteca, pero el libro juega en mi vida el papel de objeto contrafóbico, algo así como les sucede a los niños que no pueden salir de casa y se sienten desprotegidos si no traen consigo su peluche. Admito que si no llevo un libro conmigo puedo sentirme intranquilo o nervioso y experimento una sensación de desapacible vulnerabilidad.

Llevarlo significa tener siempre a la mano una puerta de escape, un boleto de viaje, una zeppeliana escalera al cielo (o al infierno).

Alguien podría decirme que la misma relación enfermiza es la que tenemos con nuestros celulares, pero la diferencia es que ese aparato llegó a mi vida siendo ya adulto y hace apenas una década se convirtió en una auténtica oficina ambulante. Los libros, en cambio, han estado junto a mí desde la temprana infancia.

Los libros son tesoro y monserga, deseo y lastre. Los necesito cerca de mí, pero no dejo de aterrarme al ver todo el espacio vital que me han robado. Hoy por la mañana hice una limpia en la cajuela de mi carro y con horror encontré más de cincuenta libros amontonados, aguardando su turno de ser leídos o por lo menos recordados. A la mayoría de ellos no los tenía presentes. Confieso casi todos fueron regalos.

El libro es un objeto vivo. Al provenir de los árboles es materia vegetal y sus páginas son hábitat y zona de cultivo de microorganismos. Según el ecosistema y las condiciones de luz y humedad del lugar donde se almacenan, pueden desarrollar colonias de hongos o toneladas de polvo.

 

A su vez, un libro revive cada que alguien lo lee.  Abro al azar Memorias, reliquias y retratos de Juan de Dios Peza, ejemplar editado en 1900. En ese volumen de 124 años de edad encuentro un capítulo llamado Un libro viejo, en donde Peza reflexiona sobre una olvidada antología de 36 jóvenes poetas (entre los que se cuenta él mismo) editada en 1872 y condenada 28 años después a las mesas de remate.